Si la Iglesia quiere tener una voz evangelizadora en el foro público, no puede tratar como infantes ni a los suyos ni a los otros.
La fe religiosa tiene que ver con la credibilidad humana. ¡Y con la credulidad sin más! La crisis en la transmisión de la fe cristiana en Chile se debe a ambas cosas.
En los últimos años el país ha experimentado una acelerada secularización. Este fenómeno tiene muchos aspectos. Uno de ellos, especialmente relevante a propósito de la crisis de la Iglesia católica, es la mayor ilustración de la población. La Ilustración es el acceso a la mayoría de edad. Los chilenos, más ilustrados, más leídos, más críticos que antes, son cada vez menos crédulos. No están dispuestos a que se les dé cualquier respuesta a sus preguntas. ¿Puede haber un catolicismo o cristianismo ilustrado? Por supuesto que sí. Son cristianos los muchos que en la actualidad no quieren comulgar con ruedas de carreta. Últimamente muchos también estiman que las autoridades de su iglesia no los representan. Estas, según ellos, no les dicen lo que realmente ha sucedido a propósito de los casos de abusos contra menores y personas vulnerables. Los obispos, los sacerdotes y los superiores religiosos tendremos que asumir que los fieles son menos crédulos que antes.
Por otra parte, la fe es cosa de credibilidad, de crédito, de confiabilidad, de personas dignas de fe, de testigos fiables. La Iglesia católica chilena experimenta una gran crisis de credibilidad en sus autoridades. Los fieles no confían en ellas. Así las cosas, si los mismos bautizados y bautizadas no llegaran a interesarse por transmitir su fe a sus hijos y nietos, si la pastoral de la Iglesia consistiera meramente en traspasar contenidos intelectuales e iniciaciones en ritos faltos de convicción creyente, millones de personas dejarán de creer en Cristo dentro de muy poco. La transmisión de la fe, la gran preocupación pastoral eclesial occidental, no se cumplirá en este rincón del planeta. A alguien esto le dará lo mismo. Otro opinará que es bueno que ocurra. Pienso lo contrario. Considero que es muy conveniente que, sea en el ámbito que sea, una generación le crea a la anterior y que esta crea, a su vez, que las nuevas generaciones pueden hacerlo todavía mejor. Lo que sí debe considerarse un logro, es el término de la credulidad. Una Iglesia infantil no da para más. Es cierto que la religión se expresa en metáforas, parábolas y mitos. Su lenguaje tiene mucho de ingenuo. Pero el cristianismo tiene pretensiones de hacerse cargo de la totalidad de la realidad. Si la Iglesia quiere tener una voz evangelizadora en el foro público, no puede tratar como infantes ni a los suyos ni a los otros.
Espero que la venida del Papa contribuya a mejorar el cristianismo que tenemos. Un buen cristianismo es una contribución al país. Me parece.
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