Se puede tener la posibilidad de escuchar a los distintos pueblos y etnias, sus puntos de vistas y proyecciones para el futuro, para contrastarlas con lo que piensan las otras sociedades, los gobiernos, y lo que se puede trabajar a nivel internacional.
Dos aspectos importantes del Sínodo para la Región Pan Amazónica señala el Arzobispo de la Paz Edmundo Luis Flavio Abastoflor Montero, entrevistado por Cristiane Murray, con ocasión del congreso por el 25 aniversario de la Fundación Populorum Progressio.
El primero es el que se refiere a la ecología, al cuidado del medioambiente de uno de los pulmones más grandes de la humanidad: “Es necesario protegerlo de la depredación a la que se puede llegar por los intereses comerciales”, expresa el Arzobispo.
El segundo aspecto es aquel humano, fundamental para la Iglesia católica. El Amazonas, además de la gran riqueza ambiental, es custodia también de las culturas y tradiciones de numerosas etnias, poblaciones indígenas que viven marginadas de las así llamadas “corrientes civilizatorias”.
“Pequeñas poblaciones —puntualiza el prelado— aisladas también debido a las distancias físicas y a las dificultades de comunicación, pero que conservan esa riqueza de ser creaturas de Dios de un modo muy especial, con tanta cantidad de culturas, de lenguas, y de maneras de ver la vida y de entender la creación en toda su complejidad humana y material”. “El Sínodo es una gran oportunidad para poder reflexionar sobre todos estos aspectos humanos y ecológicos, y le damos gracias al Papa por haber pensado en esta posibilidad”.
—Los pueblos indígenas nativos del Amazonas, son protagonistas. ¿Tendrán una voz muy activa en este Sínodo?
Sí, se piensa hacer algo parecido a lo que se está queriendo hacer con el Sínodo para los jóvenes, de convocarlos previamente, escuchar sus voces, sugerencias, puntos de vista, y hacer que todo esto confluya en el Sínodo propiamente dicho: hacer una especie de pre-sínodos, probablemente en la zona amazónica, quizás por países y regiones, porque allá es muy difícil la comunicación. Para ir de un lado al otro hay que subir tres cuatro días, arribar con pequeñas barcas, o bajar. Es más difícil, pero se puede tener así la posibilidad de escuchar a los distintos pueblos y etnias, sus puntos de vistas y proyecciones para el futuro, para contrastarlas con lo que piensan las otras sociedades, los gobiernos, y lo que se puede trabajar a nivel internacional.
—¿Es su esperanza una Iglesia más presente en el territorio?
Sí, aunque la Iglesia está muy presente. Creo que ella es la institución que está más directamente en contacto con los individuos, dándole importancia a cada uno de los habitantes de esos pueblos. Es un trabajo, una red casi de hormigas, muy desconocida muchas veces, pero que sí, que está presente en muchos lugares. Por supuesto que hay que invertir en una presencia mayor y también en una efectividad de esa presencia para la mejora de condiciones de vida de todos esos pueblos, como quiere el Señor, como quiere el Evangelio.
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Fuente: http://es.radiovaticana.va