En Eucaristía celebrada en el templo del Colegio Inmaculada Concepción de la capital regional, el nuevo pastor de la arquidiócesis tomó posesión del cargo, ante la presencia del Nuncio Apostólico Monseñor Alberto Ortega, Obispos, autoridades y fieles que en más de un millar se congregaron para recibirlo.
Ante la atenta mirada de la feligresía, el sacerdote Nelson Pérez fue el encargado de dar la bienvenida al nuevo pastor de la Iglesia católica regional, quien destacó que “hoy estamos reunidos como Iglesia que peregrina en Puerto Montt para recibirle como quinto Arzobispo de nuestra arquidiócesis. En todas las parroquias y comunidades hemos rezado por su llegada. Hoy nos alegra de verle ocupar la cátedra del primer templo arquidiocesano y dar inicio así a su ministerio episcopal en estas tierras del sur. Lo recibimos para caminar juntos y en comunión, ya que queremos seguir siendo piedras vivas de la Iglesia; Iglesia que se hace palabra, gesto, puerta abierta en todas las parroquias, colegios, servicios, proyectos sociales y educativos”.
En su homilía, Monseñor Ramos describió el momento en que se encuentra nuestra Iglesia, haciendo patente el significado del Evangelio según San Lucas, en el relato del llamado que Jesús hace a Leví: “Sin pretender esbozar ahora un plan pastoral, este texto del Evangelio nos ofrece luces extraordinarias para lo que significa plantearse como comunidad de creyentes hoy. Todos los bautizados, laicos y laicas, consagradas y consagrados, ministros ordenados, formamos parte de esta gran comunidad que es la Iglesia. Somos parte desde nuestra humanidad y fragilidad, desde nuestros logros y fracasos, grandezas y pequeñeces. Y todo cuanto podamos hacer al servicio de la evangelización, de la sociedad, de los más pobres y abandonados, no brota de nuestra superioridad moral, ni de nuestras capacidades extraordinarias, ni de nuestras planificaciones magistrales, brota pura y simplemente de la cercanía de Jesús que convierte y transforma nuestra mente, nuestro corazón y modo de pensar. Esta es la clave de nuestro caminar como Iglesia: el encuentro con Jesús nos convierte.
Del mismo modo, se refirió al papel de la Iglesia y cómo se debe atender la situación de los casos de abusos al interior de ella: “Tenemos que seguir permanentemente un camino de conversión. En los últimos años, hemos vivido una crisis como Iglesia, tanto a nivel universal como local, producto de muchos casos de abusos cometidos en su seno por personas que han traicionado su consagración al Reino de Dios. El dolor y daño causado en víctimas y sobrevivientes por estos delitos inaceptables es enorme. Pero también a las comunidades y a la conciencia de los creyentes, esta situación ha golpeado fuertemente, generando indignación, estupor y tristeza. Todo esto nos avergüenza, interpela y nos impulsa para dar respuestas a estas graves situaciones y para reavivar en nosotros un proceso de discernimiento y conversión que nos lleve a responder eficazmente ante los casos que han ocurrido y a construir, mediante la prevención, ambientes sanos y seguros para todos, especialmente los más vulnerables, en todas nuestras comunidades”, puntualizó.
La crisis social que vive nuestro país también fue abordada en la homilía. Al respecto, Monseñor Ramos afirmó: “Como país, estos últimos meses han sido de gran convulsión social. También es un momento de reflexión y purificación. A las legítimas aspiraciones y pacíficas expresiones de mayor equidad y justicia que en un momento se han levantado transversalmente en nuestro país, se han agregado sorprendentes y terribles hechos de violencia que van desde una gran cantidad de denuncias de violaciones a los derechos humanos, a agresiones físicas de personas, incluso llevando a algunas de ellas a la muerte, y a la incomprensible acción vandálica que ha golpeado innumerables edificios públicos y privados, incluidos lugares de culto de distintas confesiones religiosas. Todo esto ha provocado en muchas personas un profundo temor y angustia frente al futuro y, a su vez, nos hace preguntarnos sobre qué bases estamos construyendo nuestras relaciones cívicas como nación”.
Finalmente, Monseñor Ramos hizo mención a la protección de la Virgen María, especialmente bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, quien es la patrona de esta arquidiócesis de Puerto Montt. “Su presencia, su intercesión y su protección son consuelo y esperanza para todos nosotros. No por casualidad el modelo más perfecto de lo que significa ser discípulo de Jesús lo encontramos en una mujer maravillosa que tuvo la capacidad de descubrir la voluntad de Dios, el arrojo de comprometerse día a día con esa voluntad y la generosidad de vencer los obstáculos más grandes que pudieran alejarla de esa voluntad. Acompañó a su hijo desde su niñez y en los momentos más dramáticos de su existencia en la tierra tuvo la fortaleza necesaria para permanecer a los pies de la Cruz, con su corazón traspasado de dolor, contemplando el misterio de la muerte que se haría vida en la resurrección de Jesús. A ella confiamos nuestra Iglesia de Puerto Montt, seguros de su intercesión y protección”, concluyó.
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Fuente: Comunicaciones Puerto Montt / www.iglesia.cl