Participan en la reunión centenaria de la Organización Internacional del Trabajo.
Las organizaciones de inspiración católica (OIC) que participan en la reunión centenaria de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), han realizado dos aportaciones a los diálogos: la declaración “Una propuesta para ampliar el programa de trabajo decente y abordar la actual crisis mundial”. Y una segunda, en la comisión “Violencia y el acoso en el mundo del trabajo”.
Este “parlamento global”, que se celebra en Ginebra y finaliza el 21 de junio, reúne a más de 5 mil delegados y delegadas en representación de los Estados, de empresarios y de sindicatos, participan en su condición de miembros observadores el grupo internacional de organizaciones de inspiración católica (OIC), integrado por el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) —al que pertenece la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica)—; los movimientos internacionales de jóvenes trabajadores y rurales (CIJOC, JOCI y MIJARC); la Comisión Católica Internacional de Migración (ICMC), intelectuales católicos (Pax Romana-ICMICA), Caritas Internationalis, empresarios católicos (UNIAPAC) y la asociación de ámbito familiar, Kolping.
En la histórica reunión de la OIT, la delegación del MMTC está representada por sus dos copresidencias, Jean-Claude Tolbize y Fátima Almeida; su secretaria general, Marilea Damasio; el militante de la HOAC, Toni Santamaría, entre otros compañeros. En conversación por Skype, nos cuenta la intensa agenda de trabajos y diálogos desarrollados en el marco de las sesiones de la reunión centenaria y entre las entidades del grupo internacional de organizaciones de inspiración católica (OIC), con reuniones bilaterales y multilaterales. En este sentido, destaca la importancia del documento “Una propuesta para ampliar el programa de trabajo decente y abordar la actual crisis mundial”, que cuenta con la participación del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral del Vaticano.
EL TRABAJO DECENTE, PIEDRA ANGULAR DE UNA VIDA BUENA
En esta primera declaración, se recogen propuestas concretas sobre el “futuro que queremos” para el mundo del trabajo y propone medidas para mejorar las condiciones de trabajo actuales y defender la dignidad del trabajo, como la fuerza de cambio de nuestras sociedades, las comunidades y las familias.
El documento subraya que “el trabajo decente para todos no solo es la piedra angular de la filosofía ampliamente compartida de la OIT, basada en la doble convicción de que la justicia social es el mejor camino hacia la paz duradera, y que ‘el trabajo no es una mercancía’, sino que es a la vez ‘un fundamento esencial de la dignidad humana y el camino principal para garantizar que cada hombre y mujer, sus familias y comunidades respectivas tengan acceso a una vida de plenitud con la posibilidad de contribuir al bien común y al cuidado de la creación’”.
Las organizaciones de inspiración católica, conscientes de que “nos enfrentamos a una compleja crisis global” marcada por la globalización y el cambio tecnológico acelerado, acompañada de tendencias mundiales como el aumento de las desigualdades, el envejecimiento de la población y el crecimiento de los flujos migratorios, ven necesario tomar medidas urgentes para evitar el miedo y el rechazo que alimenta la violencia y provoca un enorme sufrimiento en gran parte de la humanidad.
Sus propuestas pasan por definir el trabajo decente también como el derecho a trabajar y contribuir positivamente al desarrollo humano integral; reorganizar la economía hacia una forma diferente de funcionamiento y formas de distribución de la riqueza; la integración de los requisitos de la transición ecológica y social en todos los niveles; la extensión de la protección social para todos los trabajadores y sus comunidades; la inclusión de la promoción de la justicia social y la paz a través del acceso universal al trabajo decente; la atención a los migrantes; el desarrollo de negocios para promover el desarrollo inclusivo y sostenible económicamente; el refuerzo de los medios de acción de la OIT; y un mayor peso de este organismo especializado de las Naciones Unidas dentro del sistema multilateral de relaciones internacionales.
VIOLENCIA Y ACOSO
Una segunda declaración (pdf) se expuso en el plenario de la comisión sobre “Violencia y acoso” en el mundo del trabajo, para contribuir en este diálogo que pretende establecer nuevas normas. Destaca la especial preocupación en las mujeres, jóvenes, precarias, migrantes e informales, quienes sufren esta violencia y acoso, junto con la desprotección de las instituciones. “Trae dolor, humillación y destruye los valores más profundos de la persona y de su relación con el trabajo como son alegría, realización, creatividad y desarrollo humano”.
Los trabajadores más vulnerables “deben ser protegidos, de la misma manera que cualquier otro trabajador” reforzando mecanismos e inspecciones, que son imprescindibles, así como la protección a los trabajadores que han sufrido violencia y acoso. En este sentido, las OIC instan a reforzar la recomendación prevista, especialmente el contenido sugerido en el capítulo III, 14-22.
Finalmente, las OIC “movilizaremos a nuestros miembros y nuestras organizaciones afiliadas” para promover este compromiso que avance en erradicar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo.
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Fuente: www.religiondigital.org / www.hoac.es