Una consecuencia de la violencia actual es que las personas que en el pasado optaron por permanecer en Damasco o Siria, ahora sienten que no tienen más opción que huir y buscar refugio en otro lugar.
La situación en Siria, concretamente en Damasco y sus alrededores, sigue siendo crítica.
El 24 de febrero, el Consejo de Seguridad de la ONU acordó por unanimidad un alto el fuego de treinta días en el país; sin embargo, las violaciones del alto el fuego han sido constantes. El 6 de marzo, zonas civiles densamente pobladas de Bab Touma, Dwel’a, Qassaa y Jaramana siguieron siendo objeto de bombardeos que han causado muertes, muchos heridos y una gran destrucción.
También hemos sabido que, bajo la supervisión de la Media Luna Roja Árabe Siria (SARC), y del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la ayuda humanitaria y los suministros médicos han llegado a las poblaciones más afectadas de algunos barrios de Damasco.
Pasé los últimos días con nuestro equipo del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) y otros residentes en Damasco. Reconforta observar que, a pesar de los grandes riesgos que corren, los miembros de nuestro equipo del JRS siguen llegando hasta las víctimas del conflicto. El JRS está profundamente preocupado por la situación actual. En las últimas semanas, hemos tenido que suspender algunas de nuestras actividades y, en algunos casos, reducir el alcance de nuestra labor. Esto ha tenido claramente un efecto negativo en aquellos a quienes tratamos de servir.
Una consecuencia de la violencia actual es que las personas que en el pasado optaron por permanecer en Damasco o Siria, ahora sienten que no tienen más opción que huir y buscar refugio en otro lugar.
Rezamos fervientemente con la esperanza de que la violencia de todas las facciones enfrentadas cese inmediatamente, y que la normalidad, la seguridad y una paz sostenible para todos vuelva a Damasco y a todos los rincones de nuestra sufrida nación.
P. Nawras Sammour sj
Director Regional
JRS Oriente Medio
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Fuente: http://es.jrs.net