La fuerte brecha económica entre los segmentos más pobres y más ricos de la población es cada vez mayor. Esto es lo que se desprende del nuevo informe de Oxfam “La desigualdad no conoce crisis”, publicado con motivo del Foro Económico Mundial de Davos, que celebrado del 16 al 20 de enero de 2023, en Suiza. Por primera vez en 25 años, crece la discrepancia entre la extrema riqueza y la extrema pobreza. En el periodo de dos años de pandemia, el 1% más rico de la población vio aumentar el valor de sus activos en 26 billones de dólares, acaparando el 63% del incremento total de la riqueza neta mundial, o casi el doble de la parte (37%) que fue a parar al 99% restante de la población más pobre. El índice de riqueza de los multimillonarios parece no tener límites, mientras que la población menos acomodada lucha por llegar a fin de mes. Según el nuevo informe de Oxfam, más de 820 millones de personas padecen hambre. Según el Banco Mundial, probablemente estemos asistiendo al mayor aumento de la desigualdad y la pobreza en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial. En Italia, a finales de 2021, la riqueza en manos del 5% más rico era superior a la del 80% más pobre. El número total de familias italianas en situación de pobreza absoluta asciende a 2 millones.
PRINCIPALES PROBLEMAS
La desigualdad económica no es más que la consecuencia directa de una gran “policrisis”, compuesta por factores económicos, sociales pero también climático-ambientales. “La desigualdad extrema ha crecido junto con la riqueza extrema”, explica Francesco Petrelli a Radio Vaticano – Vatican News. “Son dos fenómenos que se han contextualizado en los últimos 25 años”. Principalmente, los dos problemas que no contribuyen al crecimiento económico de la mayoría de la población son la inflación y el desempleo. Las fortunas de los más ricos aumentan 2.700 millones de dólares al día, mientras que 1.700 millones de trabajadores viven en países donde la inflación supera el aumento medio de los salarios.
Otro factor que agrava el cuadro de la brecha económica son los recortes en el gasto público previstos por las tres cuartas partes de los gobiernos del mundo que “han planeado recortar 7.800 millones de dólares de 2023 a 2027 —comenta Petrelli—, por eso pedimos revertir la ruta, porque podría haber daños no solo para los más pobres, sino que dejaría fuera de juego a todo el sistema global”.
LA RIQUEZA ENGENDRA RIQUEZA
Durante el año pasado, la riqueza de los multimillonarios en los sectores de la energía y la agroindustria aumentó, junto con el rápido crecimiento de las ganancias de las empresas que controlan. Los más ricos han visto crecer sus ganancias, incluso durante los dos años de la pandemia, mientras la mayoría de la población se vio obligada a arrodillarse. “Examinamos 95 grandes empresas internacionales de los sectores energético y agroalimentario, que desde la pandemia han generado 306.000 millones de dólares en beneficios extra, de los cuales 257 se han repartido entre los accionistas”, prosigue el portavoz de Oxfam. El hecho de que no haya inversión en la empresa ni en los trabajadores sigue siendo el principal problema que corre el riesgo de generar graves daños dentro de la economía global. En los últimos años “la intensidad de la desigualdad es constantemente fuerte y se incrementó sobre los 42 mil billones de dólares producidos durante la pandemia”.
Los más ricos han visto crecer sus ganancias, incluso durante los dos años de la pandemia, mientras la mayoría de la población se vio obligada a arrodillarse.
LAS POSIBLES SOLUCIONES
“Esperamos que, en Davos, los representantes del gobierno y los propios empresarios planteen el problema de cómo revertir este rumbo, a partir de un sistema tributario más equitativo”, apunta Petrelli. De hecho, si se gravara el 5% de los mayores activos a la tasa del 5%, se podrían obtener 1.700 mil millones de dólares: la cantidad necesaria para combatir la pobreza en la parte más pobre del planeta. De esta forma sería posible alcanzar los objetivos de lucha contra la pobreza extrema, fijados por la Agenda de Naciones Unidas, para 2030. La tributación es el camino más progresivo, justo y necesario para revertir el rumbo de una desigualdad cada vez más inminente. Las posibles soluciones incluyen la suspensión de la deuda para los países de bajos y medianos ingresos, así como un plan para donar al menos un 0,70% en ayuda pública a los países más pobres.
Fuente: www.vaticannews.va / Imagen: Pexels.