Pactos para el futuro

Sr. Director:

La lucha por el poder es legítima y necesaria en cualquier sociedad democrática, y es ciertamente deseable la formación de mayorías amplias y minorías con voz, que es el necesario contrapeso a quienes conducen momentáneamente los destinos de la república.

Dicho esto, a propósito de las personas y personajes que se mimetizan en tiempos electorales, de lo que se trata es de construir relatos amplios, generosos y constructivos que nos ayuden a ser mejores. Ni menos ni más que eso. Si nuestras dificultades son públicas y notorias, la necesidad de abordarlas debe hacerse no solo para todos, sino con todos; las posiciones de trinchera tampoco ayudan.

Es más, si la idea de la provisión de bienes públicos para asegurar la cohesión social y la inclusión está determinada por la polarización, lograr la intersección entre las convicciones de mayor crecimiento, inversión y generación de puestos de trabajo, con esa otra demanda de nivelar la cancha social, cultural y económica, el desafío es cuesta arriba.

A propósito de la reciente ejecución parlamentaria en torno al Presupuesto de la Nación, hubo prioridades que uno habría esperado que se resolvieran con criterios de largo plazo, que permitan abordar dolores de la sociedad chilena que están en la base de la dignidad humana y de la proyección de la vida en común.

En tiempos electorales, ello debería asomar en la construcción de pactos en aquellas materias en que el diagnóstico contiene evidencias irrefutables y en la consecuención de propuestas que tengan base sólida.

Ejemplos hay muchos, partiendo por nuestro sistema de seguridad social y pensiones. Y hay muchos más y, como no existen varitas mágicas ni atajos posibles, pactar agendas es el mejor modo de asegurar con responsabilidad el destino del país. Pactar es asegurar, al menos, mínimos comunes que podamos compartir mayoritariamente.

Pueden estar ahí retención escolar, atención de salud, participación y formación cívica, campamentos, corrupción, crecimiento, empleo e inversión, innovación e inteligencia artificial, desarrollo urbano, prevención e integración social para enfrentar los desafíos en seguridad, entre otros. La agenda es larga y el tiempo pasa muy rápido como para desperdiciarlo parapetados tras una versión de nosotros mismos. Se requiere rigor, propuestas, voluntad y vocación de acuerdo para que la dignidad se haga costumbre y logremos anticiparnos a los desafíos de un cada vez más presente futuro cada vez más presente.

Gonzalo Cowley P.

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