Pan y algo más que pan

I. El pan es el símbolo y el alimento fundamental de toda sociedad humana hasta el punto de que cuando hay pan en la panadera, sentimos que no falta nada.

II. Michel de Certeau indica que el pan es el sacramento por excelencia de nuestra condición humana. El pan nos define como animales constructores de vínculos alimenticios y comunitarios. El pan, con ello, adquiere sentido físico y cultural.

III. El pan aparece en las primeras páginas de la Biblia (“comerás el pan con el sudor de tu frente”, Gn 3,19) y la cruza transversalmente: Israel celebra y vive su liberación comiendo pan (Ex 12,15); Elías pide morir, pero el ángel le da pan (1 Re 19,6); al mismo Elías los cuervos le dan pan (1 Re 17,6); la Pascua de Jesús gira en torno al pan (Mt 26,26). El pan acompaña a la comunidad de Dios.

El pan aparece en las primeras páginas de la Biblia (“comerás el pan con el sudor de tu frente”, Gn 3,19) y la cruza transversalmente.

IV. Hay palabras que surgen del pan: “acompañamiento”, que significa literalmente “comer pan con otros”. El pan, en esencia, se comparte, se parte, damos pan.

V. Leonardo Boff en los Sacramentos de la Vida dice que cuando la madre amasa el pan está transfiriendo su amor y cuidado al alimento. El pan, con ello, adquiere una consistencia y una profundidad marcada por el amor.

VI. Creemos en el Cristo hecho pan, dado y partido por la felicidad-salvación de los seres humanos y de la creación.

VII. La espiritualidad nos enseña que “somos pan” y que debemos ser pan para otros. Nos damos y debemos ofrecernos para otros. Nos ofrecemos en la escucha, en el estar, en el amor, en la justicia. El pan adquiere valor de presencia humana.

VIII. Si el verdadero pan es el que se da y si, por extensión, nosotros que estamos llamados a ser pan, hemos de aprender que toda vida auténticamente humana no se guarda para sí misma (egolatría) sino que se da amorosamente.

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Imagen: Pexels.