Su llegada al campamento de refugiados en Erbil sería la “sorpresa” de su viaje a Emiratos Árabes Unidos. El pontífice ha multiplicado los gestos hacia el país asiático, incluida la presencia de Pietro Parolin durante la Navidad.
El Papa Francisco quiere visitar Irak. El pontífice envió a su “número dos” a celebrar allí la misa de gallo frente al presidente Barham Salih.
Bergoglio se fotografió hace quince días con un grupo de estudiantes iraquíes del campo de refugiados de Erbil que llegaron al Vaticano de la mano de la fundación Scholas Occurrentes, y designó un nuevo arzobispo para la Iglesia caldea de Mosul. El arzobispo auxiliar de Bagdad declaró hace poco que esperan poder recibir pronto al pontífice.
Todos esos hechos sucedieron en la segunda mitad de diciembre, justo cuando se publicaba que Jorge Bergoglio irá a Emiratos Árabes Unidos del 3 al 5 de febrero. La pregunta es: ¿son suficientes como para pensar en una visita papal a Irak en de menos de cuarenta días?
Los tiempos parecen muy estrechos, aunque en el Vaticano pone como ejemplo otras peregrinaciones organizadas a contrarreloj, como el viaje a Lesbos en abril de 2016. Claro está que las condiciones de seguridad no son las mismas. El impacto mundial tampoco.
Jorge Bergoglio partirá a Abu Dhabi el 3 de febrero. Lo hará como de costumbre en un avión de Alitalia. La compañía aérea italiana tiene ya un vuelo regular a Emiratos, que opera junto a su socio Etihad. Ese vuelo, el AZ7044, sobrevuela el espacio aéreo iraquí por el norte, antes de rozar Kuwait y entrar al Golfo Pérsico. Así que la ruta, en caso de que el pontífice desee dar un súper golpe de efecto, está garantizada.
Uno de los lugares que reuniría todas las condiciones para recibir al Papa sería la ciudad de Erbil, en el kurdistán del país, casi en la frontera norte con Turquía. Es la ciudad habitada más antigua del mundo, con casi 4 mil años de antigüedad. Tiene uno de los campos de refugiados sirios más grandes del mundo, con unas 800 mil personas.
La ruta usualmente asignada al AZ7044 pasa sobre esa ciudad. Y, además, los jóvenes con los que el Papa se vio a mediados de mes llegaron desde… sí, Erbil.
Nuevamente la pregunta. ¿Alcanza? Con cualquier otro jefe de Estado la respuesta sería fácil. Pero con Francisco no se sabe. Por el momento ha enviado a su “número dos” Pietro Parolin a pasar la nochebuena. Y el Cardenal italiano fue recibido con todos los honores, e incluso más. Parolin tuvo una agenda de jefe de Estado, que incluyó tres misas durante la nochebuena.
En la Catedral Latina de Bagdad, señaló que los cristianos iraquíes tienen la misión de ser artífices de reconciliación y de paz, y donde afirmó que la presencia de Dios en un pequeño niño nacido en Belén “es un signo que desafía nuestra lógica humana”. Antes había celebrado en la Catedral caldea, donde lo escucharon atentos, entre otros, Su Beatitud el cardenal Louis Raphaël I Sako, Patriarca de Babilonia de los Caldeos; el presidente iraquí Barham Salih, y miembros del gabinete y embajadores. Y pasó también por la Catedral siro-católica. Un viaje de profundo ecumenismo, para demostrar la unidad de los cristianos en el contexto de dificultades que vive el país.
Es que el “ecumenismo de sangre” con el que Bergoglio ha descrito en más de una oportunidad los calvarios comunes en la región es moneda corriente. El número de cristianos en Irak se ha reducido en un 85% desde 2003, a manos principalmente del Estado Islámico, pero no solamente. Según distintas denuncias, desde la invasión comandada por Estados Unidos, la población cristiana ha descendido de los 1,5 millones de individuos a apenas 250.000.
Por eso se redimensionan, toda vez que se evalúa la posibilidad de una “sorpresa” como la visita a Irak, las palabras finales del pontífice durante la bendición “Urbi et Orbi” de esta Navidad.
“Dirijo un recuerdo particular a nuestros hermanos y hermanas que celebran la Natividad del Señor en contextos difíciles, por no decir hostiles, especialmente allí donde la comunidad cristiana es una minoría, a menudo vulnerable o no considerada. Que el Señor les conceda, a ellos y a todas las comunidades minoritarias, vivir en paz y que vean reconocidos sus propios derechos, sobre todo a la libertad religiosa”.
Sería una enorme sorpresa, pero un placer solo para los medios de prensa más ricos del planeta, los únicos capaces de pagar los 3.028 euros de aéreo y 352 de alojamiento que, según la Sala Stampa, cobra el Vaticano para acompañar al pontífice a Medio Oriente. Casi 100 euros por cada hora que pasará en suelo árabe.
Si hay algo a lo que Francisco nos tiene acostumbrados es a sorprender. En un 2019 que estará marcado por una cargada agenda internacional, no debería sorprender que finalmente se dé uno de los viajes más esperados del pontificado, quizás solo menos deseado que su aterrizaje en el gigante chino y el postergado regreso a su Argentina natal.
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Fuente: www.periodistadigital.com/religion