Sr. Director:
En el último tiempo han prevalecido malas noticias respecto de la marcha de nuestra economía. El recorte a las proyecciones de crecimiento que reconoció en noviembre el ministro de Hacienda es una mala noticia más. Ante ese panorama, es necesario preguntarse cómo podemos hacer para otorgar verdadera prioridad a normas e iniciativas que puedan estimular, en lo que sea posible, la generación de plazas de trabajo.
Actualmente, en Chile existen niveles de informalidad laboral del 28% y el desempleo es de 8,7%, según la última Encuesta Nacional de Empleo. Esto representa un verdadero drama social. Llama la atención que ni el Gobierno ni los parlamentarios atiendan a estos indicadores para encauzar los esfuerzos sociales. Debiera ser una preocupación más claramente compartida entre todos, la de aumentar el porcentaje de ocupados y que los empleos sean formales y de calidad.
La institucionalidad de la justicia laboral requiere más atención, así como los órganos fiscalizadores en esta área. Por cierto, se requiere una acción innovadora para incentivar que los dos millones de personas que —según se estima— están en ocupaciones informales sean incorporadas al mundo del trabajo formal. Avanzar en ese sentido tendría múltiples beneficios sociales y de logros en el respeto a derechos esenciales.
Juan A. Reyes D.