En el Aula Nueva del Sínodo, tuvo lugar una Conferencia sobre la nueva Carta Encíclica “Fratelli Tutti” sobre la fraternidad y la amistad social, firmada el 3 de octubre por el Papa Francisco sobre la tumba de San Francisco en la ciudad de Asís.
En la presentación, intervinieron el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado; el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso; el Juez Mohamed Mahmoud Abdel Salam, Secretario General del Comité Superior para la Fraternidad Humana; la profesora Anna Rowlands, profesora de Catholic Social Thought & Practice en la Universidad de Durham, Reino Unido, y el profesor Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio y profesor de Historia Contemporánea.
FRATELLI TUTTI Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES
En su intervención, el cardenal Parolin destacó que “la Encíclica no se limita a considerar la fraternidad como un instrumento o un deseo, sino que esboza una cultura de la fraternidad que debe aplicarse a las relaciones internacionales”, ya que “la fraternidad no es una tendencia o moda que se desarrolla a lo largo del tiempo o en un tiempo, sino la manifestación de actos concretos”.
Al referirse al papel efectivo de la fraternidad, el Secretario de Estado reconoció que “es perturbador porque está vinculado a nuevos conceptos que sustituyen la paz con los pacificadores, el desarrollo con los cooperantes, el respeto de los derechos con la atención a las necesidades de cada prójimo, ya sea persona, pueblo o comunidad”. Explicó también que la raíz teológica de la Encíclica “nos dice muy claramente que gira en torno a la categoría del amor fraterno que, más allá de toda pertenencia, incluso de la identidad, es capaz de concretarse en ‘el que se ha hecho prójimo’”, subrayando que la imagen del Buen Samaritano presente en la encíclica es una advertencia y un modelo.
“A los dirigentes de las naciones, a los diplomáticos, a los que trabajan por la paz y el desarrollo, la fraternidad les propone transformar la vida internacional de una simple coexistencia, casi necesaria, a una dimensión basada en ese sentido común de ‘humanidad’ que ya hoy inspira y sostiene tantas normas y estructuras internacionales, promoviendo así una convivencia efectiva”.
RELIGIONES AL SERVICIO DE LA FRATERNIDAD
En su presentación, el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, destacó que “la invitación del Papa Francisco a las diferentes religiones a ponerse al servicio de la fraternidad para el bien de toda la humanidad anuncia una nueva época”. “Nuestro viaje común —continuó el prelado— se abre a una nueva luz y a una nueva creatividad que desafía el corazón mismo de cada religión, y no solo eso: la fraternidad se puede convertir también en el camino de las creencias religiosas”.
“La perspectiva y el objetivo del diálogo es trabajar, mediante una auténtica colaboración entre creyentes, para conseguir el bien de todos, luchando contra tantas injusticias que aún afligen a este mundo y condenando todo tipo de violencia”.
UN LLAMAMIENTO A LA CONCORDIA
En su exposición, el Secretario General del Comité Superior para la Fraternidad Humana, el juez Mohamed Mahmoud Abdel Salam, aseguró que la nueva encíclica “es un llamamiento a la concordia que se le hace a un mundo en discordia, así como un mensaje claro en favor de una armonía, individual y colectiva, con las leyes del universo, del mundo y de la vida”. Al mismo tiempo, “se trata de un argumento que se basa en razonamientos claros, fundados en la verdad y practicables en la vida real y en el mundo concreto”, continuó.
Durante su presentación, el Secretario General anunció que, junto con sus colegas del Comité Superior para la Fraternidad Humana, convocarán un Foro para unos 100 jóvenes, procedentes de diferentes partes del mundo, y organizarán jornadas de estudio dedicadas a la Encíclica, en Roma y en Abu Dhabi, donde se anunció el Documento sobre la Fraternidad Humana, pero también en Egipto, el país de Al-Azhar, donde los participantes se dedicarán a la reflexión, al estudio y al diálogo libre y profundo. De este modo, “la Encíclica llegará a los jóvenes pertenecientes a otras religiones y grupos étnicos, con la esperanza de que pueda constituir un paso en la dirección correcta, hacia una fraternidad humana mundial”.
“Espero que esta Encíclica, junto con el Documento sobre la Fraternidad Humana, puedan tener un considerable efecto disuasorio contra la falsedad, con todas sus formas y expresiones, y que puedan ser la base, o el factor más importante, para el nacimiento de un nuevo orden mundial, basado en la sacralidad de la dignidad y de los derechos humanos, como afirmó el Papa, y no en el desprecio, la esclavitud y la explotación del hombre”.
FRATERNIDAD UNIVERSAL Y AMISTAD SOCIAL
Según la profesora Anna Rowlands, “Fratelli tutti deja claro que la fraternidad universal y la amistad social deben ser practicadas juntas”, aunque “el fracaso en esta cuestión es abundante”. La profesora destacó que “la globalización proclama valores universales, pero no practica el encuentro y la atención, especialmente en cuanto a los diferentes y a los más vulnerables”.
“Fratelli tutti exhorta a las religiones a ser modelos de diálogo, comerciantes de paz y portadores del mensaje de amor trascendente para un mundo hambriento, cínico y desarraigado”.
LA GUERRA
“Fratelli tutti traza un camino simple y esencial para todos aquellos que se sienten perdidos: la fraternidad”, asegura el profesor Andrea Riccardi, quien centró su presentación en la guerra: “La herida más grave, la que huele a muerte”.
El fundador de la Comunidad de San Egidio reconoció que la humanidad creía que “el mundo había aprendido la lección después de tantas guerras y fracasos”, sin embargo, “hemos retrocedido en los logros de paz y en las formas de integración entre los estados”. “Las palabras del Papa nos despiertan del entumecimiento colectivo generado por la lógica del conflicto”, expresó.
“La encíclica muestra que todo el mundo somos guardianes de la paz. Las instituciones tienen la tarea de despertar esta “arquitectura de la paz”. Pero incluso nosotros, la gente común, no podemos ser espectadores. La artesanía de la paz es tarea de todos: hay que atreverse más contra la guerra con una rebelión diaria y creativa. Si muchos pueden hacer la guerra, todos pueden trabajar como artesanos de la paz”.
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Fuente: www.vaticannews.va