Un punto que me llamó la atención ante los hechos criminales en Iquique, con el secuestro y asesinato de un comerciante de 67 años, es el “silencio” al respecto del futuro presidente Gabriel Boric (1). No hubo ningún comentario sobre esta injusticia, así como sobre otros acontecimientos cometidos por delincuentes nacionales y extranjeros. Porque este es un gran Problema que se le avecina a su futuro gobierno, y al mismo tiempo una de las tantas preocupaciones prioritarias de los ciudadanos.

Si bien es cierto que él se ha reunido con víctimas de la delincuencia en “La Moneda chica”, en mi opinión, el presidente electo se enfrenta a dos problemas:

1) No tiene un discurso sólido sobre seguridad. Y, al no pronunciarse, va quedando rezagado respecto del tema. La seguridad, desde mi punto de vista, está descuidada por la izquierda (radical), pues es percibida por ella como “luchas internas entre criminales”. Es decir, la izquierda minimiza los peligros para así no entregarle argumentos a la centroderecha y derecha radical que, en teoría, sí poseen un discurso sobre seguridad. La izquierda adolece de ese discurso de seguridad convincente, y si el presidente electo no enfrenta de buena manera en su gobierno esta materia, podrá eventualmente tener problemas.

2) La participación de extranjeros en delitos de alto impacto social. El presidente electo ha tenido un discurso latinoamericanista y promigrante, en un contexto en el que se han reforzado los prejuicios xenófobos hacia determinados colectivos migrantes (principalmente colombianos y venezolanos). Como se puede observar en redes sociales y en la encuesta del Servicio Jesuita a Migrantes (2), hay un aumento de la hostilidad entre nacionales y extranjeros, y los delitos últimamente acontecidos solo acrecientan esa percepción que liga a los inmigrantes con delitos. Si él anuncia que es el presidente de “todos los chilenos”, el secuestro y asesinato de un comerciante nacional es un hecho muy grave, y quizás un punto de inflexión en materia de delincuencia. Un pronunciamiento al respecto hubiese sido una buena señal.

En efecto, la relación entre migrantes y delincuencia es un tema delicado y debe tratarse con cautela para evitar generalizaciones y simplificaciones. El presidente electo debe tener presente que es un riesgo latente, y en el Chile de hoy aún más, cuando crecen la estigmatización y la discriminación. Los tiempos actuales son muy fluctuantes, por lo que se puede pasar de un apoyo amplio a un gran rechazo en un corto periodo, máxime cuando las necesidades materiales de los chilenos, después del “estallido social” de 2019, aún no han sido satisfechas.

Posiblemente, la delincuencia de algunos migrantes se debe a cuestiones de pobreza, factores socioeconómicos o falta de políticas de integración en el país de acogida (de hecho, en Chile no existen). Sin embargo, también puede ocurrir, además de los factores señalados, que la razón sea un estilo de vida anterior (es decir, haber participado de alguna banda criminal, como el denominado Tren de Aragua venezolano que opera, según fuentes, en Iquique, La Serena y Estación Central, en Santiago) (3). Incluso más: algunas de estas bandas extranjeras dedicadas a la extorsión, secuestro, tráfico de personas y asesinatos, también utilizan su violencia hacia sus propios compatriotas, lo cual hace de este tema algo más complejo.

En virtud de lo anterior, lo más preocupante de los delitos cometidos por migrantes en Chile sería su politización por parte de grupos de derecha radical y neonazis. Para estos grupos, los migrantes con un comportamiento delictivo no cuentan como “iguales”, no son parte del “nosotros” que habita en el territorio, sino que son “extraños”, un “cáncer” que debe ser “extirpado”. Porque para la derecha no solo está la preocupación por la amenaza de los delincuentes extranjeros, sino también la “amenaza cultural” a las costumbres nacionales y el miedo al “reemplazo demográfico”, tal como lo sostiene, por ejemplo, Alternativa para Alemania (AfD).

Hasta ahora, el sistema político no se ha orientado considerablemente a favor de la derecha radical. Sin embargo, en un momento en que las redes de comunicación son rápidas, sumado al ingreso de migración irregular junto con un aumento de la delincuencia asociada a bandas extranjeras, podría abrirse paso a estrategias de comunicación más sólidas y efectivas para visibilizar la causa antiinmigrante en un sentido más “orgánico”. Por el momento la derecha radical está reorganizándose —como todos los partidos de la centroderecha— luego de la derrota electoral de diciembre del año pasado. Empero, los actos delictuales —que seguirán ocurriendo— pueden desencadenar debates más serios en la sociedad civil sobre seguridad o identidad, los cuales pueden incluir a personas que no necesariamente votan por partidos de centroderecha o derecha radical.

En conclusión, las interrogantes son: ¿cuál será la política de acción y el discurso que tendrá el futuro presidente ante este tema? ¿Cerrar los ojos y esperar a que el problema se solucione por sí mismo, como lo ha hecho el actual gobierno del presidente Piñera? ¿Qué hará con las bandas de narcotraficantes en las poblaciones, que disparan en presencia de niños y vecinos? ¿Cómo afrontará el problema del ingreso de bandas criminales extranjeras sin caer en la simplificación y el populismo punitivo? Dejo estas preguntas abiertas. MSJ

(1) https://www.latercera.com/nacional/noticia/el-secuestro-extorsion-y-homicidio-que-paralizo-a-iquique/JSQTTAOKQBCRFBO4H4PQ3WJEEE/
(2) https://www.latercera.com/la-tercera-sabado/noticia/migrantes-en-chile-quieren-nacionalizarse-y-un-tercio-ha-sentido-discriminacion/BUHGDF5PRJDJZCTKLUEPFJQCR4/
(3) https://www.t13.cl/noticia/nacional/como-opera-tren-aragua-organizacion-criminal-mas-grande-venezuela-chile-03-01-2022