Saber responder a qué quiero en la vida, en católico, es saber responder a cuál es la vocación de cada uno, a qué estás llamado.
Esta es la típica pregunta que nos hacían algunos familiares sobre “qué quieres ser de mayor”, y supongo que con los años no importa tanto que te la hagan porque la vas poco a poco respondiendo tú. Ahí es nada. Y el sistema educativo actual, aunque parezca contradictorio, te obliga a decidir cuando vas terminando la educación obligatoria. Pero se elige en función de qué quieres producir, ganar o cerrarte menos puertas, más allá del auténtico ser de cada uno.
Aunque hayan cambiado mucho las generaciones con el paso de las décadas, esta parte del sistema se mantiene casi igual. Entre las generaciones X, Z o de cristal hay pocas cosas en común, pero a todos nos han obligado a elegir a la misma edad. ¿Y eligen los jóvenes que están ahora en edad escolar igual que nosotros? Yo diría que no, porque sencillamente el mundo es más complejo. Tampoco afirmo que eligiéramos mejor, pero teniendo menos acceso a menos información quizás estábamos más atentos a lo que nos decían otros y a los que más nos querían.
¿Eligen los jóvenes que están ahora en edad escolar igual que nosotros? Yo diría que no, porque sencillamente el mundo es más complejo.
Saber responder a qué quiero en la vida, en católico, es saber responder a cuál es la vocación de cada uno, a qué estás llamado (no a qué te “sientes” llamado, que los sentimientos fluctúan). La Biblia recoge muchas vocaciones y llamadas de Dios: Jesús al pasar llamó a Mateo (y a muchos de sus discípulos), Dios llamó a Pablo —Saulo— y del susto lo tiró del caballo, llamó a Moisés desde la zarza, a José en sueños, a María por medio del arcángel Gabriel, a Jeremías aún en su pronta edad, a Amós en su profesión de pastor… A todos con la misma dinámica: ellos no quieren, Dios les dice “no tengas miedo, yo estoy contigo”, entonces aceptan y dan gloria a Dios con su vida y mejoran la vida de los otros. San Ignacio diría que esa es la misión de todo cristiano.
Es claro que este tiempo no es fácil, pues los estímulos y las señales que escuchan nuestros jóvenes son demasiados. Ojalá sepamos ayudarles a afinar los sentidos para estar atentos a su vocación verdadera.
Porque Dios tiene algo muy grande que decirnos a cada uno de nosotros. Y nos va la vida en ello.
Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.