El poeta chileno Raúl Zurita (1950), ganador del premio Reina Sofía de Literatura (2020), es dueño de recursos poéticos particularmente sugerentes. A partir de una narrativa marcada por la Dictadura Militar chilena, por la influencia de la Divina Comedia de Dante, por la vinculación en forma de canto con la geografía chilena y por las expresiones de avizorar un nuevo mundo o una transformación para Chile, Zurita va construyendo su obra poética.
En el libro Anteparaíso encontramos la sección llamada Pastoral, la cual, aunque posee un nombre que podemos vincular a lo eclesial, es un canto a la geografía de los pastos, desiertos, valles y lagos de Chile en cuanto imaginario de la convivencia nacional, política y social del país. La Pastoral, a juicio de los profesores Carolina Merino y Sergio Armstrong (2007) posee fuertes reminiscencias a los textos bíblicos de Oseas e Isaías, profetas que anuncian la esperanza para el pueblo del Antiguo Testamento, profetas que además componen el calendario litúrgico-bíblico del tiempo del Adviento. Por ello, el propósito de este artículo es recuperar algunos de los versos de Zurita presentes en la Pastoral, versos que, al poseer un cierto fundamento bíblico detectado por Merino y Armstrong, nos pueden ayudar a caminar el Adviento. A partir de ello se puede entender el sentido de la provocación poética enunciado en el título de este trabajo. Pienso que la poesía posee el carácter de ser un lenguaje que abre sucesivas puertas hacia lo divino y, por ello, puede constituir un espacio de pensamiento y profundización de nuestras espiritualidades, de nuestra esperanza en el Dios que actúa amorosamente en la historia.
La Pastoral comienza con la constatación de que Chile “está cubierto de sombras, / los valles están quemados, ha crecido la zarza/ (…) todos se han marchado”. Aquí hay una reminiscencia a Isaías 9,2, cuando el profeta dice que el país caminaba en tierras de oscuridad y sombra. Esta imagen de la voz poética que inaugura el canto del poeta y está marcada por el dolor o el desastre, sirve de contraste para una estética de la liberación, del encuentro o del amor, la cual puede estar expresada en el abrazo que el poeta celebra con una mujer. Así lo canta Zurita: “Pero yo te seguí queriendo y volveré a buscarte/ y nuevamente te abrazaré sobre la tierra reseca”; o también en este verso: “(…) y corras emocionada a abrazarme/ y Chile se ilumine y los pastos relumbren”; o también en el verso “porque volvió a brotar el amor que nos teníamos/ y ahora caminas libre por las calles/ tú que estabas cautiva”.
El abrazo del poeta y de la mujer tiene una función de creación: los pastos reverdecen, los valles florecen, el desierto toma vida, los habitantes del país cantan de júbilo y los barrotes de las cárceles caen. La creación entera grita el tiempo nuevo que se inaugura con el abrazo del poeta con la mujer, mujer que antes estuvo cautiva y que ahora camina libre por las calles. Aquí resuena nuevamente Isaías, el gran profeta del Adviento: “¡El desierto florecerá y la tierra seca dará fruto! Todo el mundo se alegrará porque Dios le dará al desierto la belleza del monte del Líbano, la fertilidad del monte Carmelo y la hermosura del valle de Sarón” (Isaías 35,1 ss).
A través de los versos de Raúl Zurita en la Pastoral podemos ir palpando el carácter esperanzador del Adviento. El Dios que viene a nosotros en la fragilidad de un recién nacido, símbolo por excelencia del mundo nuevo que comienza en medio de nuestros países ensombrecidos, nos puede ayudar a profundizar en cuáles son las claves de este tiempo litúrgico que, de alguna manera, se prolonga a lo largo de la vida cristiana en cuanto ella es expresión de la esperanza en el gran adviento de Dios en la historia. El Dios de Belén no viene solo en la celebración anual de la Navidad, sino que Él ya está aconteciendo en cada abrazo que une a poeta y mujer, en cada pasto y valle que florece, en cada barrote mental y físico que cae. El amor y la liberación de las imágenes expresadas en la poética de Zurita sin duda nos pueden ayudar a profundizar en nuestro propio camino de Adviento.
¿Y tú? ¿Cómo puedes profundizar estos versos cargados de esperanza? MSJ