Recalculando la ruta

Dios está siempre recalculando la ruta para ofrecernos el camino más directo hacia Él.

Cuando sé a donde voy, me divierte dislocar al navegador por satélite: acortar por una escondida calle estrecha, dar la vuelta a la plazoleta, desandar incluso el camino y esperar que la vocecita del teléfono me diga sin asomo de enojo: “Recalculando la ruta”. Y, en efecto, solo tarda unos segundos en devolverme una nueva trayectoria para llegar al destino que le había solicitado.

Dios tiene algo de eso. Pero a lo grande, como es Él, desbordando todas nuestras capacidades, nuestra imaginación, nuestras expectativas. Está siempre recalculando la ruta para ofrecernos el camino más directo hacia Él, a su corazón magnánimo y misericordioso que nos ofrece como lugar de destino. Y nosotros nos empeñamos una y otra vez en andar por trochas que ni siquiera salen en nuestros mapas, recorrer sendas apenas desbrozadas, abrir caminos en medio de la jungla que es el mundo, tan lleno de amenazas, de peligros, de senderos que se bifurcan…

Y Dios sigue esperando. Sigue aguardando a que nos olvidemos de los mapas antiguos que a ningún sitio conducen y nos fiemos de Él, que nos lleva a la tierra que nos ha prometido. Nosotros no sabemos donde está, como nos ocurre con el GPS de bolsillo, solo nos toca seguirlo.

Dios sigue esperando. Sigue aguardando a que nos olvidemos de los mapas antiguos que a ningún sitio conducen y nos fiemos de Él.

Él, delante de nosotros, va haciendo un camino nuevo cada vez, único y personal, pavimentado exclusivamente para cada uno de nosotros. Está permanentemente recalculando la ruta para llegar hasta Él. ¿Te atreves a fiarte de ir por donde Él te quiera llevar?


Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.

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