Hay muchas maneras de dar vida y muchas de agradecerla, por eso celebremos la vida que se sostiene gracias a la donación de órganos.
Hay muchos motivos para estar preocupados por la situación de nuestro país (N. de la R.: España): cada vez más precariedad que no permite a la juventud hacer planes de futuro, nuevas formas de fascismo que se van instalando, tantas personas mayores solas que no tienen quien les cuide… Y, quizá con más razón, no podemos dejar de celebrar lo bueno que también sucede. Hace unas semanas pasó bastante desapercibida la noticia de que se batió el récord de trasplantes en un solo día (el 29 de noviembre) en España. Fueron 19 personas fallecidas que habían decidido donar sus órganos y que hicieron posibles 38 trasplantes.
Todo esto es gracias a que se ha ido generando una conciencia mayor para donar los órganos en el momento tan duro de despedir a alguien muy especial; y también gracias a profesionales de la salud, que en condiciones cada vez más difíciles se dejan la piel para sostener la vida más frágil. En medio del duelo por la pérdida que desgarra, puede ser un rayo de esperanza saber que una persona vive gracias a la generosidad de nuestros seres queridos.
Ayuda poner rostros a las noticias y hoy me acuerdo de mi amigo Raúl, cirujano cardiaco infantil, cuyos ojos brillan cuando te cuenta cómo se recupera en el hospital de La Paz aquella niña preciosa desde que le regalaron un corazoncito que antes latió en otro pecho. Y no puedo olvidar a Mamadou, que salió de su Guinea con los dos riñones sin funcionar, cruzó media África con diálisis en cada trecho del camino y que hoy se va acostumbrando al nuevo riñón que le pusieron en el hospital de La Macarena. Hay muchas maneras de dar vida y muchas de agradecerla, por eso celebremos la vida que se sostiene gracias a la donación de órganos.
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Fuente: https://pastoralsj.org