Que tu paso por nuestras vidas nos convoque con nuestro nombre, de manera personal, y que aprendamos de ti, a llevar en comunidad, de manera solidaria, tu misión.
El evangelio de hoy nos regala varias imágenes de Jesús para contemplar y dejarnos configurar por su manera de ser y hacer.
– Jesús, el Hijo en diálogo con su Padre Dios: «Subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios». Su alimento es la voluntad del Padre.
– recibe de su Padre la misión, y su modo de llevarla adelante es en comunidad, junto con otros, por eso llama y forma discípulos: «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos».
– su relación con los discípulos es personal y personalizadora, les llama por su nombre y reconoce su valía, confía en cada uno de ellos, a quienes escoge y nombra: «Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor».
– llama para que participemos de la misión, él va enfrente, generando confianza ante los desafíos del mundo: «Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón».
– su palabra y su vida atraen porque sana y libera los corazones: «Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados».
– su espíritu despierta la fuerza interior de quien se encuentra con él, libera y recrea la vida, ilumina la conciencia, genera un dinamismo de humanización, por eso: «la gente trataba de tocarlo, porque saltaba de él una fuerza que los curaba a todos».
Oremos Señor Jesús, que tu paso por nuestras vidas nos convoque con nuestro nombre, de manera personal, y que aprendamos de ti, a llevar en comunidad, de manera solidaria, tu misión; libéranos de nuestros demonios (soberbia, insolidaridad, protagonismo, individualismo, etc.) que nos seducen y encadenan al punto de desfigurar nuestra humanidad; que, al contemplarte, tu fuerza de vida, despierte en cada uno de nosotros la pasión por hacer de nuestro país un hogar donde reine la vida digna.
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas-Venezuela.
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Fuente: http://revistasic.gumilla.org