Discurso de Mons. Balestrero, observador de la Santa Sede ante Naciones Unidas, en la 54ª sesión ordinaria del Consejo de Derechos Humanos en la Convención sobre Prohibición o Limitación del Uso de Armas Convencionales: “Los imperativos estratégicos y los intereses económicos y geopolíticos triunfan sobre el respeto a la persona”.
“En la profunda oscuridad de los conflictos, el derecho internacional humanitario debe seguir siendo un baluarte esencial para salvaguardar la dignidad de toda persona. Es desgraciadamente evidente que también hoy, quizás más que en el pasado, esta dignidad es violada con demasiada frecuencia en nombre de imperativos militares o políticos”. A partir de esta amarga constatación se desarrolló el discurso del Nuncio Apostólico Monseñor Ettore Balestrero, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales en Ginebra, en la 54ª Sesión Ordinaria del Consejo de Derechos Humanos a la Convención sobre prohibiciones o restricciones del empleo de ciertas armas convencionales que puedan considerarse nocivas o de efectos indiscriminados (CCA).
La sesión tuvo lugar el pasado 15 de noviembre y en ella el delegado vaticano propuso, en nombre de la Santa Sede, la creación de “una Agencia Internacional para la Inteligencia Artificial, que facilite y garantice el derecho de todos los Estados a participar en el intercambio más amplio posible de información científica y tecnológica para usos pacíficos y para el bien común de toda la familia humana”.
En su discurso, monseñor Balestrero se centró en el derecho internacional humanitario, “un instrumento para proteger a los civiles inocentes y, en la medida de lo posible, evitar el sufrimiento humano causado por los conflictos armados, cuyas consecuencias negativas se dejan sentir durante generaciones”. Extremadamente difícil, según el prelado, definir “el llamado equilibrio entre la ‘necesidad’ estratégica y militar y las consideraciones humanitarias”, pero, se preguntó, “¿cuántos muertos y heridos habrá que contar antes de condenar como inaceptables determinados comportamientos militares y, en consecuencia, establecer que ese ‘equilibrio’ está desequilibrado?”.
A esta “trágica” pregunta que revela “una ofensa directa y evidente a la dignidad humana”, la respuesta podría ser aún más trágica, porque, afirmó Balestrero, “los así llamados ‘imperativos’ estratégicos y políticos, así como los intereses económicos y geopolíticos, triunfan sobre el respeto debido a toda persona humana”.
En cambio, monseñor Balestrero recordó la invitación del Papa “a mirar una vez más a todos aquellos civiles cuyo asesinato ha sido considerado un daño colateral”: “Incluso en medio de las laceraciones de la guerra, no debemos cansarnos de recordar que toda persona es inmensamente sagrada”, dijo. Y continuó expresando la preocupación de la Santa Sede “por el uso de armas explosivas, especialmente en zonas pobladas, que cada vez son menos ‘convencionales’ y más ‘armas de destrucción masiva’, causando desplazamientos y devastando ciudades, escuelas, hospitales, lugares de culto e infraestructuras vitales para la población civil”. “La dramática realidad sobre el terreno documenta el impacto devastador del uso de armas explosivas en zonas pobladas”, afirmó el prelado.
Monseñor Balestrero recordó la invitación del Papa “a mirar una vez más a todos aquellos civiles cuyo asesinato ha sido considerado un daño colateral”.
El prelado pidió la aplicación concreta de la “Declaración política sobre el fortalecimiento de la protección de los civiles frente a las consecuencias humanitarias del uso de armas explosivas en zonas pobladas (EWIPA)”, firmada hace un año en Dublín, para “pasar del paradigma de los ‘daños colaterales’ al de la ‘protección prevista’” y “evitar la pérdida de vidas humanas inocentes”.
Finalmente, el último punto planteado por el observador permanente en Ginebra se refiere a los sistemas de armas autónomas letales (LAWS, por sus siglas en inglés): “Es desalentador —señaló al respecto— que, tras una década de arduas discusiones, se hayan logrado pocos resultados concretos”. Por ello, reiteró el apoyo de la Santa Sede a la negociación de un instrumento jurídicamente vinculante y a una moratoria inmediata sobre su desarrollo o uso. Porque, explicó, el desarrollo de sistemas de armas autónomas podría tener “consecuencias imprevistas” y también “graves implicaciones para la paz y la estabilidad”. El uso creciente y generalizado de drones armados es ya, según monseñor Balestrero, “un triste presagio de una pesadilla futura que podría y debería evitarse con el esfuerzo conjunto de todas las partes interesadas, como una verdadera familia de naciones”.
Fuente: www.vaticannews.va/es / Imagen: Pexels.