Semana Mundial de la Armonía Interconfesional: trabajando juntos para promover la justicia y la paz

El Servicio Jesuita a Refugiados apoya la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional de las Naciones Unidas (1-7 de febrero) y su mensaje fundamental de que el amor de Dios debe conducir al amor al prójimo.

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) trabaja con los refugiados con un estilo al que llamamos “acompañamiento”: en nuestro servicio a los refugiados y nuestro trabajo de incidencia pública en su favor, intentamos entrar en el mundo de los refugiados “caminando con ellos” como solemos decir a menudo; y si lo permitimos, descubriremos que nuestras propias vidas se transforman radicalmente gracias a ese viaje compartido.

Algunas de las mayores poblaciones refugiadas de los últimos años han sido musulmanas; en concreto, muchos de los sirios que huyeron de la guerra civil de ese país, los hazaras expulsados de Afganistán durante años y el medio millón de rohinyás de Birmania, que cruzaron a Bangladesh después de agosto de 2017. De hecho, un 70 por ciento de los refugiados del mundo, hoy, son musulmanes.

Nuestro acompañamiento a los refugiados musulmanes ha enseñado al JRS que su fe es una fuente de esperanza y resiliencia para muchos de ellos. Al mismo tiempo, reconocemos que sus creencias religiosas también suelen ser tanto la razón por la cual se han visto expulsados de sus hogares, como por la que son rechazados cuando llegan en busca de seguridad y oportunidades.

El JRS apoya la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional de las Naciones Unidas (1-7 de febrero) y su mensaje fundamental de que el amor de Dios debe conducir al amor al prójimo, que el amor al bien debe conducir al amor al prójimo. Nuestro acompañamiento a los refugiados nos ha llevado a la convicción de que nuestro compromiso con la fe religiosa de los refugiados debe ir más allá de la mera tolerancia o el respeto; es imperativo que nos comprometamos con los creyentes y los líderes de las religiones del mundo, ya que dentro de sí tienen el potencial de generar una revolución de ternura y compasión que puede transformar la manera en que los pobres y los extranjeros, los refugiados y los migrantes, sean vistos y tratados.

En octubre de 1965, 2.221 obispos de la Iglesia católica, reunidos en Roma con motivo del Concilio Vaticano II, votaron a favor de la Nostra Aetate, un documento que ofrece las enseñanzas definitivas de la actitud de la Iglesia hacia las religiones no cristianas. En la sección sobre musulmanes, los obispos afirman que la Iglesia tiene un gran respeto por ellos; hacen un llamado a todos a olvidar las disputas y hostilidades del pasado, y a trabajar por el entendimiento mutuo; e instan a los cristianos y musulmanes a trabajar juntos para promover la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad.

Ante la gran hostilidad hacia los musulmanes en el mundo de hoy, quizás a algunos les sorprenda saber que la Iglesia católica tiene un “gran respeto” por ellos, como también lo tiene por los creyentes de otras religiones, y que considera a estos creyentes no cristianos como aliados en la misión de lograr un mundo más justo y pacífico. En el próximo año, el JRS explorará formas más efectivas de relacionarse con musulmanes y personas de otras religiones, así como con organizaciones confesionales, para promover la cohesión social y lo que el Papa Francisco llama “una cultura de encuentro”. Aquellos de nosotros que pretendemos amar a Dios no podemos ser indiferentes al prójimo, en particular al prójimo que necesita protección, y que clama por un lugar donde sea bienvenido y esté a salvo en este mundo, nuestra casa común.

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Fuente: http://es.jrs.net

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