Reconocerse imperfecto y pecador no es lo mismo que ver nuestra vida solo desde nuestras grietas, que suelen ser bastantes.
San Ignacio no se convirtió por un cañonazo, sino por una herida. Y es que la vulnerabilidad forma parte de la vida, y conviene reconocerla, asumirla y hasta valorarla. Sin embargo, tengo la sensación de que últimamente es una palabra que se usa demasiado. De tal forma que, al contrario de lo que ocurría antes, sentirse vulnerable y contar tus fragilidades no solo es políticamente correcto, sino también aplaudido, y sin querer nos hemos ido al otro extremo, donde lo importante es reconocerse frágil y vulnerable.
Pues bien. Hablar todo el rato de nuestras vulnerabilidades, fragilidades y problemas no nos soluciona mucho. Ojo, que no significa que no haya que hablar o que haya que ocultarlas. Y es que sutilmente nos puede paralizar, y encerrarnos en nosotros mismos, y más si es algo bien visto socialmente, porque nuestra herida nos pone en el centro, y hace que nos acariciemos nuestras heridas, nos demos lástima a nosotros mismos y nos instalemos en el rol de víctimas constantemente. Y eso no hay quien lo aguante, pues reconocerse imperfecto y pecador no es lo mismo que ver nuestra vida solo desde nuestras grietas, que suelen ser bastantes.
Hablar todo el rato de nuestras vulnerabilidades, fragilidades y problemas no nos soluciona mucho. Ojo, que no significa que no haya que hablar o que haya que ocultarlas. Y es que sutilmente nos puede paralizar, y encerrarnos en nosotros mismos…
Volviendo a san Ignacio, al final de su vida no se reconoció a sí mismo como un cojo —que podría ser legítimo—, más bien se consideró un peregrino, lo cual es bastante significativo. Porque no solo no se quedó instalado en su propia herida, sino que se apoyó en Dios para ser fuerte, haciendo que un cojo se recorriese media Europa solo y a pie. Y en el matiz está el significado.
Ojalá nosotros, aprendamos la lección, porque la tentación de victimizarse estará siempre ahí.
Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.