André se incorporó al JRS en Sudán del Sur, donde fue director nacional. En 2010 pasó a ser responsable de recursos humanos en la oficina en África Oriental, hasta 2017, cuando fue nombrado director en Burundi.
André Atsu es el director regional del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) África Oriental, y lleva sirviendo más de 15 años en la institución. Se incorporó por primera vez al JRS en Sudán del Sur, donde, en su momento, fue nombrado director nacional. En 2010 pasó a ser responsable de recursos humanos en la oficina regional en África Oriental, cargo que desempeñó hasta 2017, cuando fue nombrado director del JRS en Burundi.
—Háblanos de tu vida y de qué sucedía cuando te involucraste por primera vez con el JRS.
Me incorporé al JRS por primera vez en 2005. En ese momento, apenas acababa de terminar mi licenciatura de Ministerio Social en Nairobi. Trabajaba como voluntario aquí y allá con jóvenes, y finalmente solicité un puesto en Sudán del Sur, donde trabajé en un proyecto llamado Nimule. Al principio, estaba con los jóvenes en la parroquia y, al mismo tiempo, era el administrador del proyecto.
Unos meses después, me pasaron a director del proyecto de educación y pastoral, donde estuve trabajando con personas desplazadas internas y con los repatriados que llegaban procedentes de Uganda.
—¿En qué momento de tu vida te encuentras ahora?
En lo profesional, en estos momentos, soy el director regional del JRS África Oriental, tras haber trabajado en Sudán del Sur durante cinco años y medio, en la oficina regional (Kenia, Uganda, Sudán del Sur, Sudán y Etiopía) durante siete años, y en Burundi durante algo más de dos años.
En lo particular, siento que he crecido en estos últimos 15 años, tanto personal como profesionalmente. Trabajar con refugiados, con los más desfavorecidos, me ha ayudado a ver el mundo de una manera diferente y a darme cuenta de que lo más importante no es tener, tener y tener, sino que estar a disposición de las personas. Te sientes más satisfecho al estar con la gente y hacer cosas con ellos. Esa es la esencia de mi camino personal.
—¿Cómo marcó la diferencia en tu vida el JRS?
La diferencia al trabajar con el JRS ha sido ver que lo más importante es no pensar o hacer las cosas a lo grande: basta con hacer lo que hay que hacer, y hacerlo bien y con dedicación, tiene un impacto positivo en las personas y en la vida de estas.
El hecho de trabajar para el JRS me ha permitido ver que lo más importante es hacer lo que estamos llamados a hacer como individuos y como organización de manera transparente, respetuosa y responsable. Me incorporé al JRS porque creía en la causa de estar con la gente; eso significa que tengo la responsabilidad de hacer la tarea que se me ha asignado de la mejor manera posible y, para ello, aprovechar todas mis capacidades. En pocas palabras, he sido llamado y se me ha pedido marcar una diferencia positiva en lo que hago y en la vida de las personas.
—El JRS habla de caminar con las personas. Servirlas y acompañarlas en su camino. ¿Qué significa el acompañamiento para ti?
De manera figurativa, diremos que significa caminar junto a alguien en su recorrido. En el JRS caminamos con personas a las que servimos de diferentes formas. Para mí esa es la parte más central de nuestra misión: estar con la gente. Esto significa estar allí, escuchar a la persona, comprender sus frustraciones, sus preocupaciones y poder abordar estas inquietudes. Esto es lo que significa acompañamiento. Y asegurarnos de que lo hacemos de la manera más respetuosa posible.
Me gusta compararlo con la historia de los discípulos de Emaús: de camino a Emaús, Jesús andaba con dos discípulos. Ellos no lo habían reconocido. Les hablaba, les escuchaba… Cuando finalmente llegaron a su destino, Jesús quiso seguir su viaje. Pero como los discípulos le pidieron que se quedara, él compartió la cena con ellos. En ese momento lo reconocieron y se dieron cuenta de que en ese viaje que habían hecho juntos, algo les había estado hablando al corazón. Sentían la alegría… Esta es la imagen perfecta de lo que significa el acompañamiento: caminar con ellos, escucharlos y hacer que se sientan satisfechos. Al hacer esto, sienten que recuperan su dignidad.
En términos prácticos, el acompañamiento significa identificar las necesidades de las personas y satisfacer todas esas necesidades de la mejor manera que podamos, para que sean conscientes de que también son seres humanos.
—Lea más testimonios de nuestras contrapartes y compañeros aquí.
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Fuente: https://jrs.net/es