Si Rusia quiere ganar la guerra debe hacer la paz

La guerra está devastando Ucrania: hay muchas víctimas, muchas de ellas niños, hay mucha destrucción. Pero Rusia también podría pagar muy caro las consecuencias de este cruel conflicto. Si los rusos se rindieran a la paz, sería una gran victoria para ellos y para toda la humanidad.

Si la guerra de Rusia contra Ucrania continúa, puede que todos perdamos, pero la derrota rusa será devastadora. Si el Kremlin sigue adelante con la invasión, retrocederá en la historia. Rusia solo ganará si se rinde a la paz. Casi todo el mundo está hoy en contra del régimen ruso.

Se ha eliminado la información libre en el país. Muchos rusos creen que se está llevando a cabo una “operación especial” para liberar a Ucrania de los nazis —quien habla de invasión recibe 15 años de cárcel—, muchos rusos se unen a iniciativas de solidaridad con los refugiados ucranianos creyendo que huyen por el mal régimen de Kiev. No saben que el ejército ruso es un ejército invasor que dispara contra esos refugiados, no saben que muchos civiles ucranianos desarmados, a menudo ancianos y mujeres, salen a las calles ocupadas por los tanques rusos gritando que se vayan, porque no son liberadores sino agresores.

Hay quienes justifican el ataque diciendo que es culpa del expansionismo occidental o de Ucrania, que no ha respetado los acuerdos. Tal vez todos tengan alguna responsabilidad en el aumento de las tensiones, pero no se invade y arrasa un país soberano solo porque se tengan motivos. No se bombardea a civiles y se mata a niños solo porque un país soberano decida libremente unirse a una comunidad distinta de la suya. Recuerda a la lógica bíblica de Lamec, que mató a su vecino por herirlo, vengándose 77 veces. Los que de alguna manera justifican el ataque no tienen seres queridos, quizás niños pequeños, huyendo en el frío o bajo las bombas.

Resulta desgarrador ver la imagen simbólica de una joven pareja de padres corriendo a un hospital sin electricidad para salvar a su bebé de 18 meses, que había sido alcanzado por el bombardeo. Los médicos no podían hacer nada. ¿Quién es el culpable de esta muerte? ¿Quién es el culpable de este dolor que durará toda la vida? Y hay tantos niños, tanta gente que está muriendo.

Quien siembra vientos recoge tempestades. La historia nos enseña esto. El fruto de la violencia se vuelve en contra. Los imperios, las dictaduras, los regímenes, tarde o temprano terminan. El ser humano está hecho para ser libre. Pero tenemos una conciencia, una voz dentro nuestro, que sabe decirnos lo que es bueno y lo que es malo, más allá de las pertenencias nacionales, étnicas, ideológicas y religiosas. Matar niños, causar la muerte de tantos pequeños, que es lo que está haciendo esta invasión, es una maldad grande, cruel, atroz.

“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5,29), dice San Pedro a las autoridades que le ordenaron guardar silencio sobre Jesús. Por supuesto, existe el riesgo de pagar personalmente. Es el riesgo del martirio que comparten los testigos valientes de todos los tiempos.

El llamamiento del mundo entero a los rusos es el siguiente: depongan las armas, ríndanse a la paz, solo esta será la victoria de su país. Y será una victoria para la humanidad.

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Fuente: www.vaticannews.va

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