En encuentro con los periodistas dirigido por el presidente de la Comisión para la Información, Paolo Ruffini, actualización de los trabajos de los Círculos Menores sobre el segundo módulo del Instrumentum Laboris.
La verdadera belleza de la Iglesia católica “se hace evidente cuando sus puertas están abiertas y acogen a la gente. Esperamos que el Sínodo nos ayude a abrirlas aún más”. Así describió el cardenal estadounidense Joseph William Tobin, arzobispo de Newark, el tema del segundo módulo del Instrumentum laboris “Una comunión que irradia. ¿Cómo ser más plenamente signo e instrumento de unión con Dios y de unidad del género humano?”, tema de debate en los Círculos Menores del Sínodo sobre la Sinodalidad el lunes por la tarde y la mañana del martes. Habló de ello durante la sesión informativa de actualización sobre los trabajos de la asamblea, dirigida por el presidente de la Comisión para la Información, Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación.
En los Círculos, los padres y madres sinodales debatieron sobre la educación, el medioambiente, la multiculturalidad y el camino con los marginados y los migrantes. El lunes por la mañana, 9 de octubre, se eligieron los miembros de la Comisión para el Informe de Síntesis y los de la Comisión para la Información. Los Círculos, en los que los miembros de la asamblea se han insertado según su libre elección, en función del tema tratado, han discutido, informó Ruffini, los subapartados del documento B, dedicado a la comunión, y presentaron los temas discutidos en la quinta congregación general la tarde del martes y en la sexta y séptima el miércoles.
Estimulado por las preguntas de los periodistas, el prefecto subrayó que en este, su tercer Sínodo, los miembros tienen muchas más oportunidades de hablar, especialmente en los Círculos Menores. “Hay un gran compartir entre todos los participantes, según mi experiencia personal —dijo— que comenzó con el retiro pre-sinodal”. Y el cardenal Tobin, respondiendo a una pregunta sobre si la asamblea está “pilotada desde arriba”, dijo estar “confiado, porque las cosas no nos vienen de arriba, sino que es un proceso que empieza desde abajo, desde la implicación del Pueblo de Dios, y llega hasta arriba. No me siento vinculado ni esposado”.
Además del cardenal Tobin, religioso redentorista y miembro del Consejo Ordinario de la Secretaría del Sínodo, asistió a la sesión informativa la hermana Gloria Liliana Franco Echeverri, religiosa colombiana de la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora, presidenta de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) y testigo del Proceso Sinodal. Como es habitual, también intervino Sheila Leocádia Pires, secretaria de la Comisión para la Información del Sínodo. La religiosa colombiana destacó que entre los participantes en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos existe el deseo de vivir como Jesús “que humaniza, que dignifica, que incluye, un Jesús que abre la puerta al otro”. En un proceso “que ve un método diferente, a partir de la conversión en el Espíritu”. “En nuestros Círculos más pequeños reconocemos precisamente esta dignidad común, una dignidad que brota del respeto, de la comunión, del reconocimiento mutuo”. En el debate sobre los estímulos de la Ficha B1, “resuena en nuestros corazones la llamada a escuchar el grito de los pobres. En nuestra mesa resonaba con fuerza el rostro de los pobres, la migración, el tráfico de personas, la exclusión social en las periferias”.
“Entre los participantes en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos existe el deseo de vivir como Jesús “que humaniza, que dignifica, que incluye, un Jesús que abre la puerta al otro”.
El cardenal estadounidense, que pertenece al mismo círculo, explicó que con ellos dialogaban una joven rusa, una madre ucraniana, un pastor pentecostal de Ghana, un teólogo de Malasia y el coordinador de Singapur. “Es una situación óptima para mí —comentó— estar en un grupo tan diverso y poder escuchar a los demás”. Esto es fascinante para él, que creció en Detroit en un ambiente multicultural, y que como sacerdote durante 45 años ha vivido “en culturas que no eran la mía, al menos en la que me crié”. Describió este como “el Sínodo más diverso del que he formado parte”.
El cardenal Tobin compartió también una experiencia pastoral concreta, la acogida en la catedral de Newark de “una peregrinación de personas que se sentían marginadas por su orientación sexual, LGBTQ”. Esa, dijo, fue una experiencia de Iglesia abierta. Y concluyó que en un mundo “caracterizado por el nacionalismo excluyente, por la xenofobia”, en el que “hay líderes empeñados en construir fronteras”, la opción de la Iglesia es la “de la fraternidad, de la sinodalidad, la opción que nos permite entender que todos somos hermanos y hermanas. En una Iglesia en la que nos vemos como hermanos y hermanas hay sitio para todos”.
Fuente: www.vaticannews.va/es / Imagen: Pexels.