Es ahora el momento de conectarse. De darse cuenta que, más allá de los sesgos políticos militantes, hay un país que pone en la Constitución, en nuestro marco normativo, un nuevo sueño.
Un día mi hija, la tercera, me dijo: “si sobrevivimos este año…”.
En filosofía, lo contrario a la muerte es “sobrevivir”, que la vida te pase por arriba. Abruptamente. Sin excusas, sin explicación.
Si “sobrevivimos este año” —y lo haremos—, será un año que nos marcará a todos. Desde el 18 de octubre de 2019, todo, la vida, nuestros ideales, nuestras resonancias, nos pasaron por arriba. Llegamos a una realidad, a un nuevo mundo, a una nueva normalidad que no conocíamos. A un Chile dividido, lleno de dolores, pero también de esperanzas.
Con una inocencia selectiva pensamos —pensé— que el plebiscito de hace ya un mes reflejaría un Chile más “conforme”, más consciente de los logros económicos y sociales. El 80/20 dio cuenta qué poco sabíamos. Que había un 80% para el cual el “modelo” no funcionaba. Que el “relato” político era vacío. Que el sueño de un nuevo paradigma era más fuerte.
No era el Chile del éxito económico. No era el Chile de la gobernabilidad. No éramos los “mejores” del barrio. Era el Chile de los campamentos, de la desigualdad, de las pensiones insuficientes.
“Sobrevivimos” durante años. Es ahora el momento de conectarse. De darse cuenta que, más allá de los sesgos políticos militantes, hay un país que pone en la Constitución, en nuestro marco normativo, un nuevo sueño. Un Chile donde vale la pena tratar de hacer las cosas diferentes; quizás equivocarse, pero atreverse a soñar, permitirse soñar.
Quizás no conocemos ese 80%, está muy lejos de nuestra comunidad, de nuestros paradigmas, de nuestros logros, pero es un Chile por el cual la mayoría apuesta, y vale la pena subirse a ese ideal.
No es el 80%, es dejar de “sobrevivir”, es mejor que la vida nos choque de frente a que nos pase por arriba.
Está la oportunidad. Está el sueño, está el ideal de un futuro diferente.
No lo vimos —no lo vi—, pero nos debemos hacer cargo. Debemos subirnos y sentir ese sueño.
Es lo que ese resultado nos demanda.
Es lo que nuestro país hoy siente. MSJ