El martes 10 de julio Washington anunció la aplicación de aranceles a otros 6 mil productos chinos y Pekín responde aplicando, a su vez, medidas similares.
La batalla comercial entre Estados Unidos y China ya ha alcanzado un nivel más propio de una guerra a gran escala. El martes 10 de julio la Oficina del Representante de Comercio Exterior recibió la orden de la Casa Blanca de activar el proceso para fijar nuevos aranceles del 10% sobre más de 6 mil productos chinos cuyo valor de exportación ronda los 200.000 millones de dólares (unos 170.000 millones de euros) al año. Es la respuesta a la represalia aplicada por el Gobierno de Pekín el viernes 6 de julio, que puso en marcha gravámenes a productos estadounidenses por 34.000 millones, horas después de que Washington hubiera hecho lo propio.
La escalada arancelaria entre las dos mayores potencias económicas del mundo se ha producido en la misma secuencia de esta semana. Desde Washington se amenaza con aranceles y desde China se hace lo mismo, con las idénticas tarifas y el mismo volumen económico afectado. Tras negociaciones infructuosas, el presidente Donald Trump ha activado los aranceles y amenaza con más si China responde, que a su vez responde, siguiendo el enfrentamiento como una reacción a cadena. Las medidas pueden llegar a afectar un intercambio por 500.000 millones de dólares, que es la cantidad total de exportaciones que se verán afectadas por las tasas si se cumpliesen todas las amenazas que ya hay sobre la mesa. La cifra resulta vertiginosa: el intercambio de productos entre ambos países rozó los 600.000 millones de dólares en 2016 (con 115.600 exportados hacia China y 347.000 hacia EE UU).
Pekín considera, por su parte, que esta nueva lista es “totalmente inaceptable” y ha asegurado que responderá “con las contramedidas necesarias” si finalmente estos aranceles entran en vigor. “Con esta actitud, Estados Unidos daña a China, al mundo y a sí mismo”, afirmó el Ministerio de Comercio en un comunicado. El país asiático lo tendrá imposible para devolver un golpe de la misma intensidad, simplemente porque sus importaciones desde Estados Unidos no llegan a los 200.000 millones de dólares. Es probable, según los expertos, que Pekín abra la veda de las medidas no arancelarias: al tener un control considerable sobre la economía, las autoridades pueden fácilmente dificultar la actividad de las empresas estadounidenses en territorio chino o incluso impulsar un boicot encubierto al país, desde dejar de comprar sus productos hasta restringir el turismo chino al país americano, entre otras medidas.
La lista adicional de bienes a los que la Oficina del Representante de Comercio Exterior propone aplicar el arancel, hecha pública durante la noche del martes, ocupa 205 páginas, e incluye una gran variedad de productos (del carbón al tabaco, pasando por productos químicos y neumáticos). Desde Estados Unidos se objeta que la reacción del país asiático no tiene base legal, ni se justifica, puesto que el arancel del 10% que se pretende aplicar es una respuesta a políticas chinas que son dañinas para los Estados Unidos. Washington apunta esta vez a los productos identificados que se benefician de la nueva política industrial para 2025, el gran plan económico de China.
El listado se someterá a una fase de consultas entre los días 20 y 23 de agosto con el fin de tomar una decisión el día 25 del mismo mes. Con la última ronda de aranceles activas, la fase de consultas redujo el impacto de 50.000 millones a 34.000, mientras que los 16.000 siguen en estudio. La aplicación de los aranceles anunciados el martes va para largo y, mientras tanto, los dos gobiernos podrían instalar una fase de diálogo que, sin embargo, por el momento no ha tenido cabida.
El presidente Trump no está dispuesto a aceptar que el intercambio comercial con China registre un déficit de unos 350.000 millones de dólares. La Casa Blanca sostiene que el país asiático compite en modo desleal y se beneficia de un marco regulatorio de asociación con inversores locales que favorece el robo de propiedad intelectual a los inversores estadounidenses. Estas prácticas abusivas son denunciadas por Washington, que alega haber solicitado, sin resultados, que se pusiera fin a acciones de este tipo.
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Fuente: http://ciudadnueva.com.ar