Los problemas no resueltos del caos político libio llegaron el martes a su punto máximo. Fathi Bashagha, primer ministro elegido por el parlamento de Tobruk y apoyado por el hombre fuerte del este, Khalifa Haftar, intentó tomar el poder en la capital, Trípoli, controlada por el gobierno de unidad nacional dirigido por Abdul Hamid Dbeibah.
INTERCAMBIO DE ACUSACIONES
“Hemos dejado Trípoli para evitar un baño de sangre”, declaró Bashagha desde Sirte sobre los violentos enfrentamientos que estallaron y que dejaron, al menos, un muerto.
El ex ministro del Interior subrayó entonces que “los miembros de su gobierno entraron en la capital a través de vehículos civiles”. El primer ministro de transición Dbeibah, por su parte, habla de un intento de golpe de Estado y de suicidio político por parte de Bashagha.
CAOS CON DOS GOBIERNOS
De hecho, Libia ha tenido dos primeros ministros desde febrero, cuando el parlamento con sede en Tobruk nombró a Bashagha, en respuesta al aplazamiento de las elecciones previstas para el pasado diciembre y acusando al actual ejecutivo de Trípoli de obstruir la votación y no querer dejar el poder. Mientras tanto, la Unión Europea expresa su gran preocupación. Tenemos dos gobiernos, pero no hay elecciones, dijo el Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell, hablando de una situación dolorosa.
Fuente: www.vaticannews.va