Un ayuno que nos fortalece para seguir caminando con esperanzas

Que nuestras comunidades sean espacios de mayor acogida, igualdad y vida para todas y todos.

El Miércoles de Ceniza comenzamos la Cuaresma, como cada año litúrgico: Este es un tiempo de preparación para la Pascua. Esta vez, desde Mujeres Iglesia Chile, lanzamos una propuesta concreta: un ayuno diferente, un ayuno de patriarcado y sexismo. Una práctica simbólica que nos ayudara a mirar con más claridad lo que aún necesita conversión en nuestras comunidades.

Durante cuarenta días, ayunamos juntas, no de comida, sino de silencios forzados, de estructuras que duelen, de palabras que excluyen. Fue un tiempo de conversión que nos invitó a mirar con ojos nuevos las realidades de sexismo y patriarcado que aún persisten en nuestra Iglesia, no para quedarnos solo en la crítica, sino para abrir espacio a una voz que busca transformar con esperanza.

Nos sorprendió profundamente la resonancia que tuvo, sabemos que no somos dueñas de la verdad, pero sí portadoras de intuiciones, de oración compartida, de experiencia vivida y reflexión comprometida. Hemos querido proponer temas, poner en palabras lo que muchas viven en silencio, intuiciones que nos dicen que las cosas pueden ser de otro modo, y ofrecer argumentos que permitan abrir espacios de diálogo real. Porque ese es el camino: una Iglesia más sinodal, más horizontal, más capaz de escucharse a sí misma.

No somos dueñas de la verdad, pero sí portadoras de intuiciones, de oración compartida, de experiencia vivida y reflexión comprometida.

A mitad del camino, una encuesta anónima nos permitió confirmar lo que ya intuíamos: este ayuno ha sido significativo. Más allá de las más de 350 personas participando en el chat de WhatsApp, y de los cientos de interacciones en nuestras redes sociales, las personas que respondieron la encuesta, ofrecieron una pequeña pero potente radiografía del caminar compartido. La mayoría —mujeres adultas desde Chile, Perú y México— dijo haber reflexionado más, conversado con otras personas, y sentido que algunas ideas reafirmaban incluso aquello que ya vivían.

Los temas que más resonaron fueron claros: el reconocimiento de la labor pastoral de las mujeres, los abusos en la Iglesia, las estructuras patriarcales y la invisibilización bíblica y teológica del cuerpo femenino. No es casual. Es la voz de muchas, de generaciones, que sigue buscando cauce.

A lo largo de estas semanas, fuimos abordando temas que sabemos necesitan seguir siendo hablados, reflexionados y orados. No porque queramos polemizar, sino porque estamos convencidas de que son necesarios para que nuestras comunidades sean espacios de mayor acogida, igualdad y vida para todas y todos.

Por eso, este no es un cierre. Es una transición. Seguiremos compartiendo cada día de esta Semana Santa nuevas reflexiones desde una mirada de mujer, y queremos invitarte especialmente a vivir juntas una experiencia de comunidad en nuestra Liturgia online de Semana Santa: el martes 15 de abril a las 20:00 hrs. (Chile, GMT-4). Más información en nuestras redes sociales.

Por otro parte, durante el año, retomaremos cada domingo «El Evangelio que anunciamos las mujeres». Este ha sido un espacio de participación, anuncio y profecía en la Iglesia, donde semana a semana una mujer, desde su experiencia de fe, comparte su lectura del Evangelio dominical. Te invitamos a seguir sumándote a esta comunidad que sigue creyendo que otra Iglesia es posible.

Hoy, Domingo de Ramos, llegamos al final de esta Cuaresma. Pero no al final del camino. Entramos en Semana Santa con la certeza de que la conversión que Jesús encarna no es superficial ni simbólica. Es una entrega real, profunda, por la dignidad humana. No entra en Jerusalén para ocupar un trono, sino para mostrar otro modo de ser Señor: desde abajo, desde la entrega, desde el amor.

Nosotras también queremos caminar hacia una Iglesia así. Que reconozca las heridas, pero no se quede en ellas. Que no tema las preguntas. Que no cierre la puerta a la Ruah, que sopla desde los márgenes. Que, como dice Laudato Si’, camine cantando, sin dejar que nuestras luchas apaguen el gozo de la esperanza.


Fuente: Mujeres Iglesia Chile / Imagen: Pexels.

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