Tras un nuevo bombardeo que ha afectado a la población civil de la capital, Jartum, las Naciones Unidas afirman que el país africano está a punto de sumirse en un conflicto total que “podría desestabilizar toda la región”. En casi tres meses de enfrentamientos entre el ejército y las milicias rebeldes han muerto unas tres mil personas. Un religioso denuncia una situación humanitaria insostenible, en la que faltan agua, alimentos y electricidad.
En Sudán, el domingo 9 de julio continuaron en la capital, Jartum, los encarnizados enfrentamientos entre el ejército dirigido por el general Abdel-Fattah Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR) del rival Mohammed Hamdan Dagalo. El sábado, un atentado con bomba en el distrito de Omdurmán causó la muerte de veintidós civiles, muchos de ellos mujeres, además de numerosos heridos.
Esta enésima matanza ha llevado a la ONU a alertar sobre la deriva del enfrentamiento entre facciones hacia una guerra civil a gran escala que podría desestabilizar toda la región. En casi tres meses de conflicto se han registrado más de tres mil muertos, un balance que muchos analistas consideran subestimado. Además, casi tres millones de sudaneses se han visto obligados a abandonar sus hogares, y entre estos desplazados más de seiscientos mil se han marchado al extranjero, principalmente a Egipto y Chad, mientras Naciones Unidas denuncia un aumento de los abusos y la violencia contra la población civil y especialmente contra las mujeres.
Los combates comenzaron el 15 de abril, dieciocho meses después de que los dos generales lideraran un golpe militar en octubre del 2021 que derrocó a un gobierno civil de transición respaldado por el Occidente. El golpe y el conflicto posterior truncaron las esperanzas sudanesas de una transición pacífica a la democracia, después de que un levantamiento popular forzara la destitución militar del autócrata Omar al Bashir en abril de 2019.
La guerra ha convertido la capital, Jartum, y otras zonas urbanas del país en campos de batalla. Este lunes 10 de julio, y el martes 11, la asistente del Secretario de Estado estadounidense para los asuntos africanos, Molly Phee, viaja a Adís Abeba para reunirse con los líderes civiles africanos y sudaneses para pensar cómo poner fin al conflicto en Sudán. Hasta ahora, los esfuerzos diplomáticos para detener los combates han resultado ineficaces.
La guerra ha convertido la capital, Jartum, y otras zonas urbanas del país en campos de batalla.
“En estos momentos, uno de los frentes más calientes de la guerra es la ciudad de Omdurmán, un enorme distrito urbano en las afueras de Jartum, que el ejército regular intenta arrebatar al control rebelde”.
Así lo explica a Vatican News un misionero italiano que vivió en Sudán durante 30 años y que ahora viaja de ida y vuelta a Italia, manteniéndose en contacto con las comunidades religiosas del país africano.
El religioso italiano —que habla bajo condición de anonimato para no dañar el delicado equilibrio que subyace a la supervivencia de sus hermanos en Sudán— informa también sobre los combates en otras zonas del país y sobre el clero católico que mantiene su presencia en muchas localidades.
“El obispo y la mayor parte de los religiosos de Jartum —precisa el misionero— se han trasladado a Puerto Sudán por razones de seguridad, mientras que en Kosti, en el sur, y en El Obeid, en el oeste, los obispos y el clero han permanecido en su lugar y esto es un gran signo de esperanza”. El misionero italiano habla a continuación de la presencia de las hermanas de la Madre Teresa en El Obeid y de los combonianos también en El Obeid y en Puerto Sudán.
“También hay asistencia a la población en estas zonas, pero el grueso del personal religioso ha sido retirado por motivos de seguridad”.
En Jartum, hay una comunidad de salesianos que mantiene abierto un centro “donde celebran la misa, se ocupan de los niños sin familia y distribuyen alimentos a la población”, añade.
Según el religioso, en este contexto de guerra, los civiles necesitan de todo, empezando por alimentos y agua, pero también electricidad “porque los religiosos que están en El Obeid tardan un día entero con un panel solar para recargar sus teléfonos móviles y a veces no pueden hacerlo. No sé cómo hacen las familias para sobrevivir”, añade.
“Hemos intentado enviar ayuda desde Italia, pero los bancos sudaneses no funcionan y el aeropuerto de Jartum está cerrado, es una situación de bloqueo total”.
Por último, el misionero espera un esfuerzo diplomático por parte de todos los actores que tienen capacidad de influir en las fuerzas sudanesas, empezando por los países árabes hasta las potencias mundiales como Rusia y Estados Unidos.
Fuente: www.vaticannews.va/es / Imagen: Pexels.