Una editorial «sesentera»

Sr. Director:

Como fiel y admirador lector de su revista desde 1962, no puedo, sino expresarle mi desagradable sorpresa al leer su editorial del N° 736 de febrero del año en curso.

Parece haber sido escrita por el Padre Hernán Larraín y sus seguidores de los años sesenta, en que infructuosamente buscaban conciliar el socialismo marxista y estatista con los principios cristianos.

El crecimiento, como sustantivo y sin «apelativos», es esencial para el bienestar de cualquier pueblo. Sin él, solo se distribuye miseria, salvo para las «elites» gobernantes. Así fue en los Estados soviéticos y actualmente es lo que sufren Venezuela, Nicaragua, Cuba, etc.

Por tanto, sin fomentar y estimular el crecimiento, no es posible obtener mayor justicia social ni disminuir las desigualdades.

¡Por favor, esto es claro y debería su editorial afirmarlo con vigor! Y no decir solo que el crecimiento es «valioso».

Igualmente, me resulta chocante que su visión se aparte de la doctrina cristiana de que el centro de la creación y de este planeta es el ser humano.

La naturaleza y el resto del reino animal fue creado para su servicio y aprovechamiento. La naturaleza en todas sus dimensiones está al servicio y para fortalecer el desarrollo de la humanidad.

Los «naranjillos», los pájaros, las lagartijas son importantes, pero solo si no obstaculizan el crecimiento, que es lo que asegura el bienestar de la población.

A lo largo de la Historia y la Prehistoria, y en especial hasta el siglo XX, la humanidad depredó bosques, animales y recursos naturales en la forma más brutal que ahora y con mucho menos conciencia del cuidado ambiental, pero siempre el desarrollo y avance tecnológico fue dando una mejor calidad de vida a los hombres.

¿O no está consciente de que hoy día la expectativa de vida, la desnutrición, la tasa de natalidad y el control de pestes y enfermedades es mejor que en los siglos pasados?

Es necesario un desarrollo que cuide la naturaleza y compense su deterioro, pero sin crecimiento y desarrollo no es la naturaleza la que sufre, sino la humanidad y, en especial, los más pobres.

¡Crecer siempre! Su adjetivo es importante, pero sin crecimiento solo es pobreza y miseria.

Jaime Ravinet de la Fuente

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