Mientras 300 mil niños que viven en campos de refugiados en Bangladesh asistían a su primer día de escuela el 23 de julio, Sheldon Yett, representante de UNICEF en el país, subraya la importancia de la educación para garantizar “un retorno seguro y digno para estos niños en Myanmar”.
El domingo 23 de julio, las aulas de los campos de refugiados rohingya en Bangladesh se llenaron con 300 mil niños ansiosos por empezar su primer día de escuela.
Según UNICEF, “un millón de refugiados, la mitad de los cuales son niños, viven en campos densamente poblados en Bangladesh desde 2017, cuando huyeron de la violencia y la persecución de la vecina Myanmar”.
A pesar de los problemas debidos al desplazamiento y a desastres naturales como “incendios que quemaron centros de aprendizaje, y la furia del ciclón Mocha”, los campos de refugiados registraron un aumento de las oportunidades educativas dirigidas a adolescentes y niñas.
“Los niños rohingya”, de acuerdo con Sheldon Yett, representante de UNICEF en Bangladesh, “quieren aprender y convertir sus esperanzas y sueños de un futuro mejor en potencial real”.
Yett subrayó la importancia de que los niños “continúen su educación” durante su permanencia en Bangladesh para garantizar “un regreso seguro y digno” a Myanmar. Ese es “el ingrediente más importante”, afirmó.
Las áreas de intervención se dirigieron a varios grupos de jóvenes rohingya. Paralelamente a las nuevas posibilidades para los niños mayores, “una campaña específica llevó a las aulas a más de 13 mil niños que no asistían a la escuela”.
También se realizó un esfuerzo especial para apoyar a las adolescentes en la continuación de su educación. De hecho, debido a las normas sociales, “los padres son a menudo reacios a enviar a las niñas a la escuela cuando han alcanzado la pubertad”. UNICEF y sus aliados han colaborado “para demostrar a los padres los beneficios de la educación de las niñas, poner en marcha clases para ellas y organizar el acompañamiento a las clases con tutoras”.
Debido a las normas sociales, “los padres son a menudo reacios a enviar a las niñas a la escuela cuando han alcanzado la pubertad”. UNICEF y sus aliados han colaborado “para demostrar a los padres los beneficios de la educación de las niñas”.
La declaración de la organización destacaba la “inmensa tarea” de proporcionar educación “en los mayores asentamientos de refugiados del mundo”. Esto ha sido posible gracias a la presencia de 3.400 centros de aprendizaje e instalaciones de aprendizaje con base en las comunidades.
El comunicado concluía subrayando la introducción del plan de estudios de Myanmar por primera vez durante este curso académico.
Un curso formal de estudios que, desde su inauguración en 2021, “se ha ampliado gradualmente con el tercero, el quinto curso y el décimo curso, que se empiezan a impartir hoy por primera vez en los campos de refugiados de Cox’s Bazar”.
Tal desarrollo aumentó significativamente “las oportunidades de aprendizaje tanto para los niños mayores como para los más pequeños”.
Fuente: www.vaticannews.va/es / Imagen: FreeImages.