La COP23 situó a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo en el mapa mundial, dado que algunas de estas islas están desapareciendo, incrementando la vulnerabilidad de su población y haciendo la transición hacia una economía de bajas emisiones.
Ecojesuit, red sobre ecología de jesuitas y colaboradores de todo el mundo, se unió a otras organizaciones en la COP23 para aprender sobre el proceso global que busca responder a los desafíos del cambio climático y su impacto en las personas y el planeta, compartiendo experiencias, comunicando las preocupaciones urgentes de lo local a lo global, y promoviendo una mayor colaboración.
La COP23 situó a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS, en inglés) en el mapa mundial, dado que algunas de estas islas están desapareciendo, incrementando la vulnerabilidad de su población y haciendo la transición hacia una economía de bajas emisiones… una cuestión vital.
Reafirmamos la urgencia de poner en práctica y aumentar la contribución al Fondo Verde para el Clima, prestando la atención necesaria a los SIDS. Las tragedias humanas a las que se enfrentan los habitantes que pierden sus tierras y sus medios de subsistencia están ocurriendo cada día. Por ello, reforzamos la necesidad de hacer frente al desafío más ambicioso de limitar el ascenso de las temperaturas a 1,5 grados centígrados.
Buscamos, por tanto, una acción y una comunicación más articuladas a través de una mejor colaboración para:
1. Implementar programas y protocolos para la reducción del riesgo de desastres y apoyar a los SIDS y otras comunidades en todo el mundo que ya sufren inundaciones y sequías recurrentes como resultado del cambio climático.
2. Dejar los combustibles fósiles y las industrias extractivas destructivas que degradan tanto el medio ambiente como los derechos humanos, cuyos efectos a menudo son soportados por los pueblos indígenas y los marginados, cada vez más criminalizados por defender los derechos humanos. Esta apuesta incluye esfuerzos de desinversión, así como evitar el retorno a la energía nuclear.
3. Iniciar y buscar una mayor producción agroecológica de alimentos, contribuyendo a una gestión más comunitaria de los bosques, cuencas hidrográficas y recursos marinos, reduciendo los desechos y asegurando la protección de los biomas naturales adecuados para que la agricultura y otros usos de la tierra puedan ser equilibrados, evitando el colapso de los ecosistemas.
4. Involucrar a las comunidades, organizaciones religiosas y grupos religiosos en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y, de esta manera, aprender a simplificar los estilos de vida y las necesidades personales. La importancia de la reflexión personal, tal como la aplicación de un examen ecológico, ayuda a sostener la acción y a construir el diálogo y la colaboración entre parroquias e instituciones eclesiales.
5. Promover una educación que asegure un aprendizaje y participación integral y capaz de formar una nueva generación con esperanza y responsabilidad para crear un mundo mejor. El desarrollo de productos de conocimiento, como los libros digitales Sanar la Tierra, Carbon Challenge, Flights for Forests y los resultados estratégicos de conferencias regionales de jesuitas y talleres ambientales son, todos ellos, recursos que necesitan ser integrados en un modelo educativo para el cambio.
Al vivir Laudato Si’, las instituciones y obras sociales, educativas y pastorales están llamadas a reflejar un testimonio decisivo y un compromiso con el grito del pueblo y el grito de la tierra. Reflexionando sobre el estado del mundo, necesitamos discernir más profundamente nuestras prioridades y nuestro compromiso para una participación colectiva más enfocada a través de una Iglesia que cuida la Creación. El Papa Francisco nos recuerda que “la crisis ecológica es también una llamada a la conversión interior profunda… y que Jesús vivió en plena armonía con la Creación…”. De este modo, nos llama en la Iglesia a acompañar a las comunidades de un modo justo y práctico, a compartir una brújula moral y a engendrar una mayor esperanza.
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Fuente: www.ecojesuit.com