Visceralidad

Sr. Director:

Ante la reciente polémica por el «anticomunismo visceral», hay quienes han salido a defender como legítima la visceralidad contra el comunismo.

Compartiendo la aversión contra los autoritarismos y totalitarismos, con sus consecuentes abusos y violaciones a los derechos humanos, valga explicitar la victimización de la racionalidad ante tal derroche de visceralidad. Caben sólidas críticas contra los totalitarismos y es totalmente atendible el compromiso emotivo hasta la visceralidad con la defensa de las libertades civiles y derechos humanos, eso sí, en cuanto provistos de fundamentos sólidos y no de mera visceralidad. No obstante, de tal legítima visceralidad no se sigue que necesariamente sean válidas todas las críticas que se emitan desde ella, las que han de contar con sus propios fundamentos y cuya verdad requiere, quizás, menos adrenalina y más contemplación de la puesta de sol.

En particular, con esa misma visceralidad y sobre lo mismo que critican, han erigido montañas de noticias falsas, teorías de conspiración, pendientes resbaladizas, agresiones y propuestas desmesuradas de atropellos a la dignidad básica de las personas, materializando al mismo monstruo sobre el que dicen repugnarse. La emoción es motor de la voluntad, pero su desboque social produce monstruosidades: valga conducirla constructivamente, quizás ahora sí con visceralidad, bajo el comando del jinete de la razón, con un antivisceralismo racional.

Luis León Cárdenas Graide

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